martes, 19 de junio de 2007

La honesta alabanza

ALABANZA Y ADORACIÓN
La honesta alabanza
por A. W. Toser
El lugar perdido del temor de Dios.

Muchas iglesias cristianas ha llegado al peligroso momento profetizado hace mucho tiempo: "Somos ricos y nos hemos enriquecido, y de ninguna cosa tenemos necesidad" (Ap. 3.17). Con mucho esfuerzo, nada es olvidado en nuestras iglesias, excepto lo más importante: la genuina y sacrificial ofrenda de nosotros mismos y de nuestra adoración al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Estamos avanzando. Construimos enormes edificios y grandes congregaciones. Alardeamos de elevadas normas y hablamos mucho sobre avivamientos.

Pero tengo una pregunta y no es simplemente retórica: ¿Qué le ha sucedido a nuestra adoración? ¿Inclinas silenciosamente tu cabeza cuando entras en la normal iglesia evangélica? No me sorprende si tu respuesta es "No". Somos una generación que rápidamente ha perdido todo sentido de lo divino y sagrado en nuestra adoración.

Muchos de los que nos hemos criado en iglesias, no pensamos ya más en términos de reverencia, lo cual parece evidenciar el hecho de que dudamos de que la presencia de Dios esté allí. En demasiadas iglesias puedes sentir que "no pasa nada", y esta es mi evaluación: que el haber perdido la conciencia de Dios en nuestro medio es una pérdida demasiado terrible que jamás será valorada.

EL EFECTO DEL SECULARISMO

Siento que mucha de la culpa por esta pérdida en nuestras iglesias se debe a la creciente aceptación del secularismo del mundo, que parece ser más interesante que cualquier hambre o sed de satisfacer la vida espiritual que agrada a Dios. Tenemos maneras tan dulces y aún secularizadas de hablar a la gente del Reino de Dios en nuestros días, que muy pronto no contraharemos hombres y mujeres deseosos de encontrar a Dios a través de la crisis del encuentro. Cuando los traemos a nuestras iglesias no tienen idea de lo que significa amar y adorar y agradecer a Dios porque en el camino que les hicimos recorrer no hubo un encuentro personal, no hubo una crisis personal, no hubo necesidad de arrepentimiento; solamente un versículo bíblico con la promesa del perdón.

No venimos a Dios para ser adoradores habituados, sino cristianos sellados con su muerte. Fuimos traídos a Dios, a la fe, y a la salvación por lo cual debemos alabar y adorarle.

Mi mente vuelve una y otra vez a la necesidad de una adoración sincera entre nosotros si Dios es quien dice que es y si somos el pueblo creyente que proclamamos ser. Actualmente, algunas creencias básicas sobre la persona y la naturaleza de Dios han cambiado tanto que hay quienes encuentran fácil jactarse de los beneficios de Dios sin tener ningún deseo o pensamiento de conocer el verdadero significado de la adoración.

No parece estar reconocido que el supremo deseo de Dios para cada uno de sus creyentes es el de amarlo y adorarlo de tal manera que estemos continuamente en su presencia, en espíritu y en verdad. Esto es adoración también.

EL RESULTADO DE LA SALVACIÓN

Algo maravilloso y milagroso, y un cambio de vida ocurre en el alma humana cuando Jesucristo es invitado a tomar su legítimo lugar. Eso es exactamente lo que Dios anticipó cuando forjó el plan de salvación. El haría adoradores de rebeldes y restauraría hombres y mujeres al lugar de adoradores, lo cual era conocido por nuestros primeros padres cuando fueron creados.

Si reconocemos este resultado como una bendita realidad en nuestras propias vidas y experiencia, entonces es evidente que no estamos esperando el domingo para que entonces "vayamos a la iglesia y adoremos". La verdadera alabanza a Dios debe ser una constante y consistente actitud interna, un estado en la mente del creyente. Este será siempre un sustentador y bendito conocimiento de amor y adoración, sujeto en esta vida a niveles de perfección e intensidad.

Contrariamente a lo que es dicho y practicado en las iglesias, la verdadera adoración a Dios no es algo que nosotros hacemos con la esperanza de parecer religiosos. Las Escrituras nos relatan claramente que, habiendo sido hechos a la imagen de Dios, tenemos la capacidad de conocerlo y el instinto de que deberíamos adorarlo. En el mismo momento en que el Espíritu de Dios nos vivifica con su vida, en regeneración, nuestro ser completo siente su afinidad con Dios y salta en gozoso reconocimiento.

Esa respuesta en nuestro ser, una respuesta de perdón y regeneración, inicia el milagro del celestial nacimiento, sin el cual no podemos ver el Reino de Dios.

Sí, Dios desea y se place en comunicarse con nosotros a través de las avenidas de nuestras mentes, nuestra voluntad y nuestras emociones. El continuo y libre intercambio de amor y pensamiento entre Dios y el alma redimida de un hombre o una mujer es el palpitante corazón de la religión del Nuevo Testamento.

LA ESCUELA DEL ESPÍRITU

Cuan agradecidos deberíamos estar al descubrir que es el deseo de Dios el guiar cada corazón deseoso a profundidades y elevadas alturas en el divino conocimiento y comunión.

Tan pronto como Dios envía al Espíritu de su Hijo dentro de un corazón, decimos: "Abba". Y estamos adorando, aunque es probable que no totalmente en el sentido del Nuevo Testamento. Pero Dios desea llevarnos a profundidades en El. Tenemos mucho que aprender en la escuela del Espíritu. El quiere guiarnos en nuestro amor a El, quien nos amó primero. El quiere cultivar en nosotros la adoración y la admiración de la cual El es digno. Quiere revelamos, a cada uno, el bendito elemento de la fascinación espiritual en la verdadera alabanza.

Desea enseñamos la maravilla de ser llenos, con una excitación moral en nuestra adoración, así estaremos extasiados con el conocimiento de quién es Dios y anonadados ante la inconcebible elevación, magnitud y esplendor del todopoderoso Dios.

No hay sustituto humano para esta clase de adoración y para esta clase de respuesta dada por el Espíritu de Dios, quien es nuestro Creador y Redentor y Señor.

Tal vez nunca has comprendido esto antes pero todos estos elementos, en nuestra percepción y conciencia de la divina presencia, completan lo que la Biblia llama temor a Dios.

El temor a Dios es esa "asombrosa reverencia" de la cual Federico Faber escribió. Podría decir que éste nos eleva de un nivel básico (el terror del culpable ante el santo Dios) a un fascinante rapto de la adoración santa. Hay muy pocas cosas no calificadas en nuestras vidas. Pero considero que el temor reverencial a Dios, mezclado con amor, fascinación, asombro, admiración y devoción es el estado más gozoso y la emoción más purificadera que el alma humana pueda conocer.

Estoy completamente consciente en mi interior de que no podría existir mucho más como un cristiano sin la conciencia interna de la presencia y cercanía de Dios. Puedo mantenerme íntegro, sólo si mantengo el temor de Dios en mi alma y me deleito en el fascinante rapto de la adoración.

El ha estado diciéndome: "Quiero habitar en tus pensamientos. Haz de tu mente un santuario en el cual pueda vivir". Puedo perder comunión con Dios, perder el sentido entusiasta de su presencia y perder la bendición de una victoria espiritual por estar pensando mal. He encontrado que Dios no habitará en un rencoroso, contaminado pensamiento. No habitará en lujurioso y ambicioso propósito. No habitará en orgullosos y autosuficientes pensamientos.

Dios nos pide que hagamos un santuario de nuestros pensamientos en los cuales El pueda habitar. El atesora nuestros puros y amorosos pensamientos, nuestras sumisas, caritativas y bondadosas ideas, probablemente son como los de Dios.

Podrás adorar y Dios te aceptará. El estará oliendo el incienso de tu elevada intención aun cuando la zozobra de la vida sea intensa y la actividad te rodee.

DIOS NOS AYUDA

Si Dios sabe que tu intención es adorarlo con cada parte de tu ser; El ha prometido ayudarte.

De su lado están el amor y la gracia, las promesas y la expiación, la constante ayuda y la presencia del Espíritu Santo.

De nuestro lado está la determinación, la búsqueda, el consentimiento y la creencia, así que nuestro corazón se convertirá en habitación, santuario, altar, en el cual podrá existir un constante e inquebrantable compañerismo; comunión con nuestra alabanza elevándose a Dios todo el tiempo.

Prefiero adorar a Dios antes que hacer cualquier cosa que sepa en este extenso mundo. Ni intentaría siquiera contarte cuántos viejos himnarios tengo apilados en mi escritorio. No puedo cantar realmente, pero Dios escucha mientras le canto los viejos himnos franceses, en latín y griegos en su traducción. El escucha cuando canto los hermosos salmos y algunas simples canciones más modernas.

La hermosa porción de la adoración es la que te prepara y capacita a cero en las cosas importantes que deben ser hechas por Dios.

Podemos decir también que dondequiera que la Iglesia ha salido del letargo, se ha despertado del sueño y entrado en la marea de un avivamiento espiritual, los adoradores siempre han estado detrás del cambio.

Si nos entregamos al llamado divino de adorarlo, cada uno estará haciendo mucho más de lo que hace ahora. Y lo que hace tendrá significado. Tendrá la calidad de eterno; será oro, plata y piedras preciosas, no heno, madera y hojarasca.

Deseo que podamos volver a adorar otra vez de tal manera que cuando la gente entre en la iglesia pueda sentir, instantáneamente, que está entre gente santa, gente de Dios, y que pueda salir testificando: "Dios está en este lugar; de verdad".

Apuntes Pastorales

Volumen V Número 3

Diez formas de adorar sin música

ALABANZA Y ADORACIÓN
Diez formas de adorar sin música
por Tobin Perry
Adorar a Dios es el proceso de rendir su vida entera en las manos de él. Todo lo que usted hace puede —y debería— ser un acto de adoración. Dios nos diseñó para adorarlo con nuestra vida entera y, de hecho, existen hábitos espirituales que podemos fomentar en nuestra cotidianidad y que nos ayudan a adorar a Dios a un nivel más íntimo. ¿Le gustaría descubrirlos?

Como podrá darse cuenta al leer el libro Una vida con propósito escrito por Rick Warren, adorar con música es tan solo una pequeña porción de lo que se trata la verdadera adoración bíblica.

Adorar es el proceso de rendir su vida entera en las manos de Dios. Todo lo que usted hace puede —y debería— ser un acto de adoración. Dios nos diseñó para adorarlo con nuestra vida entera y, de hecho, existen hábitos espirituales que podemos fomentar en nuestra vida y que nos ayudan a adorar a Dios a un nivel más íntimo.

A continuación encontrará diez hábitos que lo ayudarán a adorar a Dios diariamente.

1. Adore a través de la oración. A menudo perdemos de vista este importante componente de nuestra vida de oración. Piense en aquellos asuntos por los que generalmente ora. ¿Cuánto de su vida de oración se centra en usted y cuánto en Dios? No hay duda de que Dios quiere que le compartamos todo lo que ocurre en nuestra vida. Pero también quiere que lo conozcamos mejor. Cuando nuestras oraciones afirman quién es Dios, ponemos nuestra vida de oración en una perspectiva apropiada. Eso es exactamente la forma en que Jesús nos enseñó a orar. Lea el Padre Nuestro en el Evangelio según Mateo (6.9–13). Jesús empieza la oración diciendo: «Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre». Con esta oración, Jesús nos enseña una importante lección. La oración comienza con Dios. Piense en incluir en sus oraciones un tiempo en el cual usted se enfoque en quién es Dios.

2. Tenga el hábito de leer la Biblia. La Biblia dice que adoramos a Dios «en espíritu y en verdad». ¿Cómo podríamos adorar a Dios si no tenemos un claro entendimiento de quién es él? La verdad acerca de Dios es esencial para adorar. Preste atención al libro de los Salmos. Ningún libro en la Biblia invierte tanto tiempo describiendo cuidadosamente a la persona de Dios.

3. Obedezca a Dios. Rick Warren menciona en Una vida con propósito que adoramos a Dios cuando lo obedecemos. Todos nosotros necesitamos fomentar el hábito de la obediencia en nuestra vida. Dé pasos prácticos para darse cuenta de que este hábito forma parte de su vida. En cualquier momento que sienta que Dios le habla, no dude en responderle inmediatamente y haga de eso un hábito. No permita que el retardar sus asuntos lo abrume. Si no puede hacerlo inmediatamente, escriba lo que crea que Dios le esté poniendo en su corazón, ¡para que pueda hacerlo PRONTO!

4. Diezme. Si desea saber qué es lo que adora en su vida, eche un vistazo a su registro bancario. La Biblia nos enseña esta importante lección: «Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6.21, versión NVI). Dios quiere que le rindamos todo nuestro ser. Una forma de mostrarlo es dejando que él sea el Señor de nuestro dinero. Si usted ya es un dador comprometido, considere aumentar el porcentaje que está dispuesto a dar.

5. Desarrolle relaciones profundas con otros cristianos. La Biblia enseña que Dios nos diseñó para vivir en comunidad con otros cristianos. Agradamos a Dios cuando conocemos a otros y permitimos que otros nos conozcan. En mi iglesia Saddleback, la forma más práctica y favorable que tenemos para conocernos es a través de los grupos pequeños.

6. Comparta su fe. Hace algunos años, John Piper hizo que muchos de nosotros re-observáramos la razón por la cual compartíamos nuestra fe cuando dijo: «Las misiones existen porque no existe la adoración». Dios quiere que cada persona en el planeta lo adore, no porque Él sea un ego-maniático que necesita nuestra alabanza, sino porque Dios nos diseñó para adorarlo. Él quiere lo mejor de nosotros.

Tome tiempo durante esta semana para compartir con alguien más su peregrinaje espiritual. Cuénteles cómo empezó en su fe en Cristo. No se preocupe por la respuesta de ellos. Descanse en la verdad de que usted forma parte del proyecto divino de expandir al mundo entero la adoración a Dios.

7. Sirva a los demás. Jesús nos dice que «en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25.40). Cuando nos servimos unos a otros, Jesús nos dice que realmente lo estamos sirviendo a él. Si usted cree que no tiene ningún don que sea útil para servir, se equivoca. Dios lo hizo con talentos y dones que él especialmente le dio para servir a los demás.

8. Desarrolle en su vida un espíritu de gratitud. Esto requiere que veamos el mundo a través de un par de lentes diferente. Cuando vemos a través de los lentes de gratitud, vemos nuestra vida —y todo lo que hay en ella— todo como un regalo de Dios. Desarrolle su propio ejercicio espiritual cada mañana que demuestre que se está poniendo los lentes de gratitud. Después empiece a agradecer a Dios por todo lo bueno que hay en su vida.

9. Empiece a entregarle a Dios áreas de su vida que nunca antes le había dado. Este es el corazón de la adoración —rendirse. Dios no busca 90% de su vida; él lo quiere todo. Posiblemente, usted haya sido por mucho tiempo un seguidor de Jesús, pero ciertas áreas de su vida aún no se las ha entregado, las reserva solo para usted. ¿Cuáles son esas áreas? Solo usted lo sabe. Dos buenos lugares para echar un vistazo son sus finanzas y su agenda. Observe las áreas de su vida donde invierte más tiempo y dinero. ¿Honran a Dios?

Como usted es humano, seguramente guarda más de algún pecado del que necesita rendir cuentas. Piense en el último mes y escriba cada una de las veces que recuerda haber desobedecido una clara enseñanza de Dios. Luego busque patrones. Si encuentra patrones de pecado en su vida, estos son áreas que necesita entregarle a Dios. Justo en ese momento, pídale a Dios que lo ayude a vencer ese pecado. Pídale a su grupo pequeño que ore por usted.

10. Viva una vida con propósito. Dios tiene una razón para su existencia. De hecho, él tiene cinco: comunión, discipulado, servicio, evangelización y adoración. Usted agrada a Dios cuando vive según Sus propósitos. Dios no quiere que desperdicie su vida

Usted fue diseñado para agradar a Dios. El propósito de la adoración es el fundamento para los otros cuatro propósitos. La comunión sin el espíritu de adoración se reduce tan solo a una «reunión» común y corriente. El discipulado sin la adoración no es nada más que un ejercicio mental infructuoso. El servicio sin la adoración no es otra actividad que «pasar el rato». La evangelización sin la adoración es una declaración sin testimonio.

Adorar no es simplemente un área de su vida, es su vida. Empiece justo en este momento y rinda su vida a Dios. Luego pase el resto de su vida aprendiendo a adorarlo en una forma más completa.

Este artículo fue tomado de HYPERLINK "http://www.Pastors.com" www.Pastors.com. Usado con permiso. Copyright 2005 por Tobin Perry. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com

Confesión de un adorador

ALABANZA Y ADORACIÓN
Confesión de un adorador
por Pedro Herrera V.
La alabanza no es la imitación de una forma, sino la formación de una vida espiritual que no puede ser contenida sino que brota en loas y gratitud a nuestro Dios. La expresión de mi adoración y alabanza por naturaleza es polifacética. Si conozco profundamente al Dios eterno y sublime, nunca dejaré de maravillarme al descubrir la altura, profundidad y anchura de sus atributos perfectos y eternos.

Escuche mi confesión:

La alabanza no es la imitación de una forma, sino la formación de una vida espiritual que no puede ser contenida sino que brota en loas y gratitud a nuestro Dios. La expresión de mi adoración y alabanza por naturaleza es polifacética. Si conozco profundamente al Dios eterno y sublime, nunca dejaré de maravillarme al descubrir la altura, profundidad y anchura de sus atributos perfectos y eternos.

Al contemplar a nuestro Dios, al maravillarme de Él, al conocerlo más, encuentro que me siento incómodo con nuestras formas populares y predominantes de rendirle culto. Por favor entiéndanme, amo a la iglesia y he dado mi vida por ella.

Es por eso que confieso que los siguientes elementos provocan en mí conflictos con los que «dirigen» la adoración:

  • Al visitar diferentes iglesias encuentro que el domingo cantamos casi las mismas canciones. ¡Qué aburrido! Lamentablemente puedo predecir por lo menos cincuenta por ciento de las canciones que serán cantadas en nuestras iglesias. El típico ministro de música no usa un repertorio mayor de doce a dieciocho canciones. ¿No hay cientos de salmos, himnos y canciones que Dios ha dado a la iglesia para Su alabanza y gloria? Alguien me comentó que el poco repertorio de nuestros músicos podría estar obedeciendo al pobre conocimiento e inmadurez espiritual de ellos, o a sus limitaciones como músicos. Espero que no sea así.
  • El repetir de tres a treinta y tres veces la misma estrofa o canción me cansa. Y cuando observo a las personas que están a mi alrededor puedo percatarme de que la gran mayoría, después de haber repetido una canción dos o tres veces, dejan de cantar. Sería de gran beneficio que nuestros músicos abrieran sus ojos a fin de mirar el rostro de las personas que están dirigiendo en adoración, así tomarían conciencia de que la mayoría están aburridos de cantar la misma canción. La idea debiera ser que no sólo los músicos estén «pegados al techo» (disfrutando), sino que ellos sean idóneos para llevar a toda la congregación a adorar y a estar preparados para escuchar a Dios.
  • En las Escrituras y en la historia de la iglesia, el escuchar atentamente a Dios fue considerado uno de los actos mas sublimes de adoración. Hoy rara vez se escucha una lectura de las Escrituras en nuestras reuniones. El escuchar atentamente la revelación de quién es nuestro Dios y sus obras, mientras que el pueblo, silenciosamente, atiende y medita en ella ha provocado en el pasado una respuesta profunda de gratitud, obediencia y adoración al Dios eterno.
  • Me molesta que no tengamos momentos significativos de silencio y reflexión en nuestros cultos. Parece que nuestro activismo es más importante que lo que Dios puede decirnos o hacer. ¿No dice Salmo 46.10, «estad quietos, y conoced que yo soy Dios»? Es notable que la palabra selah se use setenta y cuatro veces en los Salmos. Es una orden de que la música sea suspendida y que se haga una pausa para que las personas puedan pensar. Sin embargo, yo no he escuchado a ningún «salmista» moderno que ordene hacer una pausa y guardar silencio, para dar a los adoradores un espacio para la reflexión. ¿Será que le tenemos miedo al silencio?
  • Me molesta que la música haya llegado a ser la única forma de adoración respetada. Por siglos la oración guiada de los Salmos y de las personas maduras en la fe ha llevado al pueblo a Dios en alabanza y adoración. ¿Por qué es que los ministros de alabanza sólo cantan, y cuando oran sólo repiten unas pocas frases? Es en este espacio donde necesitamos descubrir de nuevo los Salmos y las oraciones de las Escrituras, como también invitar a las personas maduras y experimentadas espiritualmente para que nos guíen en oraciones con contenido profundo y espiritual.
  • Estoy cansado del excesivo estar de pie (generalmente el mínimo de una hora) mientras se «alaba y adora». ¿No podemos tener una variedad de posturas y actividades que honren a Dios? ¿Es más espiritual estar de pie? ¿Olvidamos que hay personas mayores y personas con zapatos incómodos? ¿Por qué no se tienen momentos de silencio, sentados, en adoración y meditación?
  • Y tal vez el elemento menos importante teológicamente hablando, pero el que más ha producido en mí rechazo a nuestros cultos es el exceso de volumen. ¿Cual es la razón que la mayoría da para condenar el hábito de fumar tabaco? Que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y no debemos hacerle daño. Sin embargo, aun con los estudios que han documentado los efectos destructivos de la música con alto volumen, en nuestras iglesias seguimos manteniendo el nivel de volumen arriba de los decibeles aceptables. «El departamento de trabajo de los Estados Unidos reglamenta el tiempo máximo que las personas pueden estar expuestas al sonido o ruido ambiental. Se da un máximo de dos hora para 100 db ("db" es la unidad de medición de presión sonora). Advierte que cuando los decibeles llegan cerca de los 105, ya hay peligro. Al llegar a los 120, en tan sólo siete minutos y medio se puede dañar el oído permanentemente. En los medios evangélicos, lo mas común es que durante las alabanzas, la presión sonora se mantenga entre los 110 y los 120 db, lo cual es realmente un disparate total.» (Frank Agostino, ingeniero de sonido).

Agostino también comenta que la mayoría de músicos modernos sufren de cierto grado de sordera como también los que manejan el audio. Yo no deseo terminar como ellos. La semana pasada estuve en un concierto donde las iglesias habían reunido a sus ministerios de música en un culto unido de adoración. Era muy hermosa la música, pero el sonido estaba tan alto que muchos de los niños se tapaban los oídos con las manos, y lo que provocaba era el deseo de escapar para proteger la salud mental y auditiva. Por favor, acepte mi confesión, estoy cansado de ser atormentado por el ruido en nuestras iglesias porque he tratado de proteger el don de poder escuchar el canto del ave, el silbido del viento y la melodía de la lluvia que también me llevan a adorar.

He confesado mi angustia y aflicción. Espero que algunos escuchen mi confesión y consideren cómo ayudar a todos los que estén en la misma condición de este pobre pecador.

Adoración y dirección de cultos

ALABANZA Y ADORACIÓN
Adoración y dirección de cultos
por Enrique Zapata
No hay duda de que la adoración en el cielo será gloriosa. Tratemos de que lo sea también en la tierra. Creo que mucha oración y sabiduría pueden establecer una gran diferencia. La adoración es herencia y responsabilidad de todo el pueblo de Dios. Hagamos bien nuestra tarea. ¡Adoremos juntos!

Años atrás, cuando recién había comenzado en el mundo de la aviación comercial, cometí un error gravísimo —aunque había actuado con las mejores intenciones. Quise impresionar a la mujer con quien había comenzado a noviar y la invité a dar un paseo en una avioneta. Durante el regreso decidí mostrarle la hermosura de la acrobacia, lo que yo más disfrutaba como piloto. Hicimos varias piruetas interesantes y volvimos al aeropuerto. ¡Cuán grande fue mi sorpresa al descubrir que ella había sufrido al extremo con lo que yo había disfrutado más del vuelo! El estar invertida en el aire, con el avión girando sobre sus alas, la había espantado y hasta enfermado. Me molestó que ella se hubiera enojado conmigo. Después me di cuenta de que había actuado de manera muy inmadura.

Lo mismo sucede a menudo en las iglesias cuando los músicos adoran a Dios de la manera en que ellos disfrutan más, y olvidan que otras personas pueden experimentar reacciones muy diferentes. En nuestras iglesias muchos hombres y mujeres están incómodos y hasta sufren durante el tiempo de adoración. Sin embargo, ningún músico puede llegar a creerlo si no se toma tiempo para escuchar y observar lo que está pasando más allá de su propio éxtasis.

Hice una encuesta a más de 400 creyentes que asistían a iglesias con grupos de adoración bien constituidos. Me sorprendió que más del 50% de los hombres respondió que lo que menos les gustaba de sus iglesias era el tiempo de adoración. Muchos dijeron que directamente llegaban tarde porque no soportaban lo que pasaba en sus iglesias durante ese rato. Un gran porcentaje usó palabras fuertes contra los directores de música, lo cual dejó entrever que, obviamente, no estaban siendo bendecidos por ellos.

El porcentaje de mujeres que presentaron quejas fue menor. Ellas tuvieron menos críticas hacia los músicos; sin embargo, muchas se sentían molestas por las numerosas repeticiones, por el permanecer de pie tanto tiempo, etc.

Por otro lado, lo interesante es que todos los grupos de adoración consultados estaban muy contentos consigo mismos. Evidentemente algo estaba fallando.

Las dos partes más importantes del culto son: primero, la respuesta del hombre hacia Dios (oración, música, adoración, ofrenda, etc.) y segundo, pero primero en importancia, Dios hablando a su pueblo (la exposición de la Palabra). Ambas partes resultan de gran bendición o de gran aflicción, según la forma en que se realicen. En algunas iglesias, la adoración atormenta el alma justa de muchas personas. Como un amigo suele decir: "Lo que mejor hacen algunas iglesias es desarrollar la paciencia de sus fieles".

El Nuevo Testamento casi no indica de qué manera específica debe ser realizada la adoración en la iglesia. Enseña algunos principios, como que todo debe ser hecho decentemente y en orden para edificación, pero vemos pocas pautas prácticas. Aun más, existen muchas razones para cuestionar que la iglesia primitiva tuviera algo parecido a nuestros cultos modernos típicos; lo más probable podría ser que los cultos se hubieran parecido a las reuniones caseras de grupos chicos. Pero algo sí es seguro: no usaban micrófonos ni parlantes. Todo esto lo comento para decir que mucho de lo que hacemos o no hacemos en un culto no es, necesariamente, por principios u ordenanzas bíblicas sino por los gustos de "los que tienen la batuta".

A la luz de lo dicho hasta el momento y con un poco de sabiduría —derivada ésta de haber observado, participado, gozado y sufrido en muchos cultos— me gustaría sugerir algunas pautas que creo pueden ayudar a mejorar nuestros cultos.

Hay ciertos factores fundamentales para tomar en cuenta, si vamos a ser usados en la edificación del pueblo de Dios y no en su aflicción.

I. ¿CUÁL ES EL ROL Y EL PROPÓSITO DEL GRUPO DE ADORACIÓN?

A. A través de la historia y hasta los días modernos, siempre que hubo un director de música, éste preparaba y dirigía el momento de adoración para que la congregación participara plenamente y de modo significativo en la adoración a Dios.

1. Preparación: desde tiempos del Antiguo Testamento hubo personas cuya responsabilidad era preparar la música para poder lograr excelencia y bendición en la adoración. (Observemos cuántos salmos bíblicos fueron dados al director de música para la preparación.) Los directores de música sabían que la preparación era fundamental, y que no era cosa de "depender sólo del Espíritu". Para lograr que la música y el mensaje se complementaran y fueran para edificación, era necesaria la preparación previa.

2. Dirección: se entendía que la mente y el corazón de las personas debían ser dirigidos para que hubiera una profunda adoración a Dios. La adoración no ocurre accidentalmente; requiere de la iniciativa y el liderazgo que lleva al pueblo de Dios a responder al Señor de manera apropiada.

3. Participación significativa: el propósito no era que el músico se "luciera", sino que el pueblo fuera motivado y llevado a una participación significativa . En otras palabras, no eran los expertos quienes llevaban a cabo la adoración, sino que ayudaban a que todos adoraran.

A su vez, se reconocía que la música era sólo una parte, que la oración, la confesión, y la lectura de la Palabra eran también esenciales en la adoración. Hoy en muchas iglesias parece que sólo la música importa y, lamentablemente, los demás elementos han sido descuidados.

B. Expresiones prácticas en la iglesia.

1. El director de música coordinaba la música con el tema del mensaje o de las fechas especiales.

2. Un grupo (el coro) practicaba la música para poder dirigir bien el canto, para enseñar nuevas canciones o para llevar a cabo números especiales.

3. El programa era planificado para lograr equilibrio, orden y participación significativa. Todos los elementos vitales eran considerados e insertados en los lugares apropiados y, además, se tenían en cuenta las necesidades físicas (a fin de no cansar a las personas).

4. La música era escogida y preparada (impresos, pizarra, himnarios, etc.), de tal forma que las personas podían aprender los cantos y participar de los mismos.

5. Los instrumentos se utilizaban para ayudar a dar cuerpo y sustancia a la música, pero siempre eran vistos como elementos auxiliares, no dominantes. En otras palabras, debían ayudar a transmitir el mensaje y por ningún motivo impedir que fueran escuchadas la letra de las canciones o las voces de la congregación. Ruido y desorden eran mal vistos.

C. Problemas comunes modernos.

1. Se considera que el grupo de adoración es quien la realiza, y la congregación solamente los acompaña. Ellos son los expertos, los músicos, los que adoran, mientras las personas restantes participan nominalmente. El énfasis ha ido de la congregación al músico.

2. Los grupos llevan a cabo su participación como si fueran lo más importante, con poca relación y coordinación con el resto del programa (hasta he visto grupos que al concluir su participación salen de la reunión). Debido a que los músicos consideran su parte como la principal, ellos controlan el programa hasta que la gente está cansada.

3. Por su falta de orientación hacia la congregación, no existe una búsqueda sincera de llevar a las personas a una participación activa. Todo se tapa con más amperios de los amplificadores. Por esta razón, en muchas iglesias canta menos de la mitad de las personas.

II. CONCEPTOS QUE NINGÚN MÚSICO DEBE OLVIDAR.

A. Trabajamos con humanos, no con ángeles.

Los humanos necesitan dirección y enseñanza. Muchos músicos sólo están actuando, en lugar de dirigir la música de la congregación. Tratan a ésta como los jugadores de fútbol tratan a la platea. Se espera de la platea que grite, salte y alabe animando al equipo, pero jamás que juegue mientras éste lo hace. Es necesario que el director de música dirija a la congregación, no sólo a sus músicos. Los músicos están allí para ayudar a que la congregación cante bien, no viceversa.

Los humanos son un conjunto de carne, alma y espíritu. No debemos pretender que alguien que permanece de pie durante una hora no se canse ni le resulte difícil concentrarse. ¿De dónde provendrá la tradición moderna de que toda la alabanza y la adoración sólo debe hacerse de pie? Hace poco estuve en una reunión donde hubo una interrupción en el suministro de energía eléctrica. En medio de la oscuridad, el director de canto dirigió a los presentes en diferentes canciones, sin instrumentos, y todos estábamos sentados. Fue uno de los momentos más lindos de adoración de los que he participado. No existió la distracción a causa de los instrumentos o del cansancio físico.

B. Diversidad de gustos legítimos.

No hay una clase de comida que todo cristiano deba comer, como tampoco hay una clase de música que todo cristiano tenga que cantar. Hay diferentes gustos, todos legítimos, que expresan mejor el corazón, la personalidad y el momento histórico de diferentes personas. Es abusivo, egoísta y una señal de inmadurez de parte del líder musical imponer exclusivamente sus preferencias a la congregación. Su papel es ayudar a toda la iglesia a expresar su adoración a Dios. Hay que tener en cuenta los diferentes gustos para que todos puedan disfrutar.

C. Diversidad de edades.

En una congregación hay diversidad de edades. La música debe expresar los gustos y la madurez de los diferentes grupos. Cuando hay muchos niños, debe haber una o dos canciones especialmente del gusto de ellos. Si hay jóvenes, también para ellos (siendo que la mayoría de los integrantes de grupos de alabanza son jóvenes, suele ocurrir que son todas de su preferencia). Y lógicamente, cuando hay mayores, debe haber música para su gusto y propia de su época. Cuando no sucede es porque hay falta de consideración hacia los demás, egoísmo, y no se entiende el cuerpo de Cristo.

D. Diversidad de necesidades y situaciones en la vida de los participantes.

Diferentes personas llegan a la iglesia con necesidades distintas. Algunas llegan con derrotas y otras con victorias. El libro de los Salmos es un reflejo de la diversidad de momentos en la vida de las personas, y de la necesidad de tener música y palabras apropiadas. Hay salmos para cada ocasión de la vida. Necesitamos tener en cuenta las necesidades de todos. Esto no es fácil, requiere oración, reflexión y planificación.

III. MALES FRECUENTES EN NUESTRO MEDIO (no por ser comunes y populares son menos malos).

A. El cansar y aburrir al pueblo de Dios. Alguien ha comentado que el diablo está logrando que el pueblo se canse de la adoración, a causa de los músicos que ignoran que más no siempre equivale a mejor. Es importante dar por finalizado el tiempo de adoración en el momento apropiado, antes de que las personas se cansen. El cansancio es resultado de los siguientes factores:

  • Repetición (más de tres veces la misma canción). Un grupo musical muestra su inmadurez y falta de repertorio cuando repite la misma canción vez tras vez. Dios nos ha dado innumerables canciones e himnos, y debemos usar esta gran diversidad de música.
  • Un período de canto muy largo.
  • Todo el tiempo se permanece en la misma posición física.
  • Hay mucho ruido en el ambiente.
  • Se cantan canciones que la mayoría no conoce.

B. El exhibicionismo y la ostentación por parte de los músicos.

  • Estos parecen estar centrados en sus habilidades.
  • Existe falta de liderazgo, de tal forma que ellos son los únicos actores.

C. La distorsión espiritual de los músicos.

  • Están fascinados, satisfaciendo sus propios gustos o necesidades espirituales, sin pensar realmente en el efecto que eso tiene en otros.
  • Tienen como preocupación primaria la libertad de expresar sus propias emociones y el satisfacerse a sí mismos, en vez de la edificación y el bien del hermano.

D. El abuso de lo sagrado.

Algunas veces, expresiones legítimas son usadas artificialmente para llenar el vacío y para dar apariencia de espiritualidad. El uso y abuso de las expresiones de moda desgasta lo sagrado. Algunas expresiones trilladas son:

  • "Demos un aplauso más fuerte a Dios" (como si Dios fuera sordo).
  • "Todos levantando sus manos" (o brincando, o danzando).
  • "¿Quién da gloria a Dios?"

E. La falta de canciones e himnos con profundo contenido teológico.

  • Mucha de la música es emocional, agradable o con ritmo, pero carece de contenido significativo.

F. La falta de cánticos nuevos o de variación.

  • En cada culto, casi siempre se cantan las mismas canciones.

G. La imitación sin la experiencia.

Años atrás los jóvenes imitaban a Billy Graham, a Luis Palau o a algún otro predicador favorito. Copiaban la forma como sostenían la Biblia en sus manos, como hablaban, y sus gestos. El problema es que no tenían las vivencias de Billy Graham ni de Luis Palau, entonces resultaban actores dotados con la apariencia pero sin la sustancia.

Hoy lo mismo está ocurriendo entre los músicos. El domingo pasado, en la iglesia a la que asistí, el joven líder del grupo de adoración trató de imitar a Marcos Witt. Era la apariencia, pero sin la sustancia. No sólo no tenía la voz de aquel, pero las palabras sonaban artificiales, prefabricadas, huecas, no las de alguien que realmente camina con el Señor y de cuyo corazón brotan las alabanzas.

No hay un substituto para el caminar diario y profundo con el Señor. Hace poco, un director de alabanza expresó que los domingos se sentía cerca del Señor cuando "ministraba", pero que el resto de la semana casi no oraba ni lo buscaba. Dios le mostró que eso era incorrecto. De la abundancia del corazón habla la boca. Necesitaba estar toda la semana meditando en la Palabra y caminando con Dios si realmente deseaba expresar vida.

La alabanza no es la imitación de una forma, sino la expresión de una vida espiritual que no puede ser contenida y que brota en celebración y gratitud al Señor.

IV. ALGUNAS SUGERENCIAS.

A. Lidere. El director de adoración debe recordar que su trabajo es liderar, dirigir al pueblo de Dios en alabanza. Es un líder, no un actor.

B. Observe a su audiencia. ¿Qué están haciendo y pensando? Cuando uno ve que la mayoría no está cantando sino sólo esperando que ese momento termine, debe tomar conciencia y cambiar lo que está sucediendo.

C. Dé importancia a los otros ministerios de la iglesia, especialmente al ministerio de la Palabra. La música y la adoración aumentan la receptividad de la gente y la preparan para recibir el mensaje de Dios.

D. Más no es mejor. Ejercite el dominio propio. Es mejor que las personas se queden con el deseo de más y no que resulten cansadas de demasiado.

E. Evite que los sistemas modernos de sonido tapen la respuesta de la congregación. Recuerde que la música de ellos es tan importante como la suya. Cuando uno no logra escucharse, generalmente se calla.

F. Sea espiritual, no aparente espiritualidad. A la vez, recuerde que hay cosas que deben suceder a solas entre usted y Dios.

G. La adoración no es simplemente una función de habilidad musical. Los músicos necesitan dar un testimonio excelente y poseer madurez.

H. Expresiones prácticas.

1. El director de adoración debe coordinar la música con el tema del mensaje o de las fechas especiales. Lamentablemente en muchas iglesias no existe tal coordinación, sino que los músicos hacen su programa y, cuando han terminado, simplemente ceden el culto al pastor. Aun más, la actitud de muchos músicos es entregar la dirección del culto cuando todos están cansados y "gastados".

2. El grupo musical debe practicar previamente la música para poder dirigirla bien, enseñar nuevos cantos o realizar números especiales.

3. El programa debe ser planificado para ofrecer equilibrio, orden y participación significativa . Todos los elementos vitales deben ser considerados e insertados en los lugares apropiados. También hay que tener en cuenta las necesidades físicas, a fin de que las personas no se cansen. Es imprescindible que haya equilibrio.

4. La música debe ser escogida o preparada (impresos, pizarra, himnarios, etc.), de tal forma que las personas puedan aprender los cantos y participar.

5. Los instrumentos deben ser utilizados para ayudar a dar cuerpo y sustancia a la música, pero siempre vistos como elementos auxiliares, no dominantes. En otras palabras, deben ayudar a llevar el mensaje y tienen que permitir que se escuchen tanto la letra de las canciones como las voces de la congregación.

6. Es importante distinguir entre la música que es para toda la congregación y la música que es especial. En la música especial es mejor invitar a la congregación a estar sentada escuchando y adorando. La música para la congregación debe ser conocida o deben proveerse los medios necesarios (retroproyector, cancionero) para que la congregación pueda participar plenamente.

7. Si la iglesia está creciendo numéricamente, se necesita pensar en la manera en que los nuevos miembros puedan aprender la letra y cantar desde el primer momento. Recuerdo que cuando llegué a cierto país, el primer domingo que fui a la iglesia no conocía ninguna de las canciones. Estuve parado más que una hora sin poder participar, excepto en el escuchar cantar a los demás. Pensé en las personas nuevas... ¡Qué difícil hacemos para ellas el poder disfrutar de nuestros cultos!

No hay duda de que la adoración en el cielo será gloriosa. Tratemos de que lo sea también en la tierra. Creo que mucha oración y sabiduría pueden establecer una gran diferencia. La adoración es herencia y responsabilidad de todo el pueblo de Dios. Hagamos bien nuestra tarea.

¡Adoremos juntos!

Adoración que evangeliza

ALABANZA Y ADORACIÓN
Adoración que evangeliza
por Rick Warren
La adoración es de los creyentes para Dios porque en la adoración alabamos el nombre de Dios al expresarle nuestro amor y compromiso hacia él. Las personas que no son creyentes simplemente no pueden hacer esto. Sin embargo, ¿Cómo se puede tener un culto cuyo fin sea adorar y al mismo tiempo atraer a no creyentes?

¿Cómo se puede tener un culto cuyo fin sea adorar y al mismo tiempo atraer a no creyentes?

En la iglesia Saddleback creemos que esto es posible, sin comprometer ninguno de los fines. Cuando mencionamos el término «adorar», nos referimos a una actividad que solo los creyentes pueden hacer. La adoración es de los creyentes para Dios porque en la adoración alabamos el nombre de Dios al expresarle nuestro amor y compromiso hacia él. Las personas que no son creyentes simplemente no pueden hacer esto.

Permítame compartir la sencilla definición que tenemos en nuestra iglesia sobre lo que es adorar: «Adorar es expresar el amor que le tenemos a Dios por quien él es, por lo que ha dicho, y por lo que está haciendo» Creemos que existen muchas maneras adecuadas para expresarle a Dios nuestro amor; por ejemplo, mediante la oración, los cantos, la obediencia, la confianza, la ofrenda, el testimonio, la escucha y respuesta a su Palabra, el agradecimiento y muchas otras expresiones. Sin embargo, Dios —y no el hombre— es el enfoque y el centro de nuestra adoración. Dios es quien recibe la adoración Aunque las personas que no son creyentes no pueden adorar sinceramente, sí pueden observar a los creyentes cuando adoran. Observan, por ejemplo, el gozo que sentimos y notan el valor que le damos a la Palabra de Dios y cómo respondemos a ella. Igualmente, pueden escuchar cómo la Biblia responde a los problemas y preguntas de la vida y observar cómo la adoración nos anima, fortalece y cambia.

En resumidas cuentas, los incrédulos pueden sentir cuando Dios se mueve sobrenaturalmente en un culto, aunque ellos no sean capaces de explicarlo. Cuando las personas no creyentes observan una adoración genuina, esta se convierte en un testimonio poderoso. En Hechos 2 —en el Día de Pentecostés— la presencia de Dios fue tan evidente en el culto de adoración de los discípulos que ¡atrajo la atención de las personas no creyentes de toda la ciudad! Hechos 2.6 nos señala: «… la multitud se juntó…». Sabemos que era una gran multitud porque 3.000 personas se convirtieron ese día. ¿Por qué se convirtieron esas 3.000 personas? Porque sintieron la presencia de Dios y entendieron el mensaje. Creo que estos dos elementos son fundamentales para que la adoración sea un testimonio.

La presencia de Dios debe sentirse en el culto. Más personas llegan a Cristo al sentir la presencia de Dios que al escuchar nuestros argumentos apologéticos. Pocas personas, si es que hay alguna, se convierten a Cristo gracias a bases puramente intelectuales, mas el poder sentir la presencia de Dios quebranta corazones y destruye las barreras mentales. La adoración sin la presencia de Dios genera pocos resultados evangelizadores. Creo que existe una estrecha conexión entre la adoración y la evangelización En primer lugar, la meta de la evangelización es producir adoradores de Dios. La Biblia nos dice que «el Padre busca que lo adoren» (Juan 4.23). También se llama «evangelización» cuando reclutamos adoradores. Por otro lado, adorar provee la motivación para evangelizar.

Produce en nosotros el deseo de contarles a otros sobre Cristo, tal como vemos en la poderosa experiencia de adoración de Isaías (Isaías 6.1–8) que impulsó a este hombre a decir: «Heme aquí, envíame a mí». La verdadera adoración nos hace testificar. Además, en la adoración genuina se siente la presencia de Dios, se ofrece su perdón, se revelan sus propósitos y se manifiesta su poder. ¡Creo que es el contexto ideal para evangelizar! He observado que cuando los no creyentes ven a los cristianos relacionarse sincera e intelectualmente con Dios, se crea un deseo por conocer también a Dios.

Adorar con sensibilidad Ya que la adoración genuina puede generar un impacto profundo en las personas que no son creyentes, necesitamos sensibilizarnos de sus miedos, problemas y necesidades cuando asisten a nuestros cultos de adoración. Este es el principio que Pablo enseña en 1 Corintios 14.23. Pablo ordena que las lenguas se limiten en la adoración pública. ¿Su razón? Hablar en lenguas parece una tontería para las personas que no son creyentes. Pablo no dijo que las lenguas eran una tontería sino que para los no creyentes así parecía ser. «Por tanto, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos sin ese don o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?» (1 Co 14.23) Creo que hay un principio más grande detrás de este consejo para la iglesia de Corinto.

En mi opinión, el punto de Pablo es que debemos estar dispuestos a ajustar nuestras prácticas de adoración cuando personas no creyentes están presentes. ¡Dios nos dice que seamos sensibles ante los problemas de las personas no creyentes que asisten a nuestros cultos! Significa entonces que sensibilizarnos ante ellos durante nuestra adoración es un mandato bíblico. ¡Yo no inventé este concepto, sino Pablo! Hacer de la adoración algo entendible Hacer que un culto sea «cómodo» para los no creyentes no significa que usted cambiará su teología sino que cambiará el ambiente del culto —por ejemplo, la manera en que se saluda a las visitas, el estilo de música que se usa, la versión de la Biblia con la que se predica y el tipo de anuncios compartidos durante el culto.

El mensaje no siempre es agradable. De hecho, algunas veces, ¡la verdad de Dios incomoda! Aún así, debemos predicar «todo el consejo de Dios». Sensibilizarse ante las personas no creyentes no limita lo que usted diga sino que afecta la forma en que lo hace. Pero ante todo, es fundamental que la adoración y el mensaje sean entendibles. En el Pentecostés, el Espíritu Santo milagrosamente tradujo el mensaje a palabras entendibles para cada persona. La multitud de no creyentes dijo: «les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios» (Hch 2.11). Esto provocó que se convirtieran. Aunque la presencia de Dios era evidente en el culto, los asistentes no hubieran sabido qué hacer si no hubieran sido capaces de entender el mensaje.

Las personas que no son creyentes no están pidiendo un mensaje suave. Los no creyentes esperan escuchar la Biblia cuando van a la iglesia y quieren oír cómo se relaciona con sus vidas. Pueden manejar un mensaje claro y bíblico cuando se da en términos entendibles y en un tono que muestre que los respeta y se preocupa por ellos. Ellos buscan soluciones, no regaños. Un mensaje claro que se acople con la adoración genuina no solo atraerá a personas que no son creyentes, sino que también abrirá sus corazones al poder del evangelio. Conforme sientan la presencia de Dios y entiendan el mensaje, saldrán cambiados. En ese contexto, la adoración se vuelve más que agradable para los no creyentes: se convierte en una fuente de gozo para nuestro Dios.

El autor es el pastor principal de la iglesia Saddleback Valley Community Church en el condado de Orange, California. Este artículo fue tomado de www.Pastors.com Copyright 2005 por Rick Warren. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com, todos los derechos reservados.

Adoración planeada y espontánea

ALABANZA Y ADORACIÓN
Adoración planeada y espontánea
por Howard Stevenson
Cinco útiles pasos para fomentar un servicio de adoración que sea planeado y espontáneo al mismo tiempo. Además, nos da prácticas ideas para hacer que el servicio de nuestra iglesia sea creativo, diferente, y que involucre a la congregación, todo sin olvidar el respeto que debe haber en el culto.

Texto Bíblico: 1 Pedro 2.9–10; Apocalipsis 5.13–14

A continuación encontrará cinco consejos prácticos que lo ayudarán a planear un culto de adoración y así evitar que sea algo aburrido y rutinario:

  1. Encuentre el punto central. Prefiero centrar la adoración en un tema. Algunas veces el tema surge con la ayuda de la época o de la temporada: Adviento, Cuaresma, Semana Santa, etc. Otras veces, un énfasis especial; por ejemplo, el mes de misiones o un domingo familiar, es lo que me sugiere un tema de adoración. El tema del sermón es un punto central natural. Si el tema es la fidelidad de Dios, o el amor de Dios, o la soberanía de Dios, no es difícil mezclar himnos, cánticos, y versículos con el sermón.
  2. Haga una lista de los recursos. Después de determinar el punto central, hago una lista de recursos para ese tema. Primero, busco cuatro o cinco himnos y reviso el índice de contenidos y el de referencias bíblicas. Luego, hago una lista de cánticos de adoración apropiados. Después, leo el texto bíblico en varias versiones y traducciones. Una Biblia de estudio y una concordancia me ayudan a localizar los pasajes que estén relacionados y que pueden usarse en una oración o durante las transiciones de la adoración. Finalmente, reviso los medios que tenemos para presentar esos temas: versículos, personas que pueden leer e interpretar la Palabra, varias expresiones musicales, y la congregación.
  3. Explore las posibilidades. Un principio para recordar: entre más predecible sea el servicio, menos impacto tendrá en la gente. Por eso, observo cada elemento de adoración desde diferentes ángulos, para ver cómo podría abordarse en una forma fresca u organizarlo con combinaciones creativas, sin perder el respeto.
  4. Recuerde el contenido y como fluye la adoración. A medida que el servicio se desarrolla, busco un contenido lógico y una corriente emocional. Queremos que el contenido de las canciones, las lecturas, y oraciones contribuyan con el tema. Debería haber conexiones —a veces evidentes, otras veces sutiles— entre los diferentes elementos del servicio. El servicio no debería ser una monotonía emocional. También se necesita evitar los cambios emocionales «bruscos», la adoración debería fluir de una parte a otra.
  5. Fomente una participación genuina. Necesitamos tomar las precauciones en contra de que el servicio se convierta en un simple espectáculo. Una forma para prevenir esto es utilizar mejor nuestro espacio de adoración. Algunas veces, dirijo la adoración desde el piso del santuario. En otras ocasiones, hacemos que las personas pasen para dirigir partes del servicio. Otras veces, involucramos a la congregación de alguna forma. Le damos a las personas muchas oportunidades para que participen —canciones, lecturas, y oraciones— y así combatimos el «espectadorismo». Si una persona se levanta para leer algo, todos les prestan atención.

Para discutir

1. ¿Cuáles aspectos de su proceso de planeación de adoración están saliendo bien?

2. ¿Qué se puede aprender acerca de la adoración expresada en Apocalipsis 5.13–14?

Este artículo se publicó por primera vez en Building Church Leaders, usado con permiso.Título del original: Worship by Design. Tomado de Building Church Leaders, publicado por Leadership Resources © 2000 Christianity Today Intl. Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com, todos los derechos reservados.

Adoración completa

ALABANZA Y ADORACIÓN
Adoración completa
por Juan Angel Vázquez Seudón
“Por favor Pastor. No deje que don Silvestre presida el culto del Domingo por la noche. ¡Es un 'espantagente'!". Así me dijo cierta vez uno de los líderes de nuestra iglesia. Y, en realidad hasta cierto punto ¡tenía razón! En mi mente podía ver las caras de la congregación, sufriendo para que llegara la hora del sermón.

En ciertas iglesias, la adoración convoca más gente que la predicación misma, o que la ayuda social que allí pueda encontrarse. Y es que hay mucha gente que valora en sobremanera el poder asistir a un culto donde pueda adorar a su Señor. Al fin de cuentas, es nuestra primera función para con Dios. Somos sus criaturas y debemos (¡y queremos!) adorarlo.

A veces solemos asistir a cultos que, ya por lo mecánico, ya por lo desganado, la pereza o por un egocentrismo muy marcado de quien está al frente dirigiendo, la congregación no puede adorar. Allí sucede cualquier cosa menos la "ofrenda de adoración", el "sacrificio de alabanza" esperado por Dios.

La reunión de los santos cumple, en forma básica, con un objetivo final: que el pueblo y su Dios se comuniquen, se ministren. Dios es el centro y su pueblo asiste, unido, a rendirle culto, a ofrecerle ofrenda fragante y agradable, a la vez que espera recibir la bendición de Dios en la Palabra, su Presencia, en su ministración espiritual y en koinonía, la comunión de los santos.

Cuando recuerdo o medito en Juan 4.23 suelo tener la imagen de nuestro Señor recorriendo toda la tierra con sus ojos, buscando adoradores genuinos. Y allí me imagino a tantos miles que dicen adorar a Dios, tratando de hacerse notar ante esos ojos. Pero también imagino que El, en su búsqueda, va separando a los adoradores en espíritu y en verdad, de aquellos que sólo lo hacen de la boca para afuera, o de pura forma, o con pecados conscientes no confesados, o los que lo hacen por el "qué dirán" los demás, o aquellos que adoran porque "los hace sentirse bien". En su perfecta y permanente observación, Dios busca verdaderos adoradores, separando la paja del trigo.

Como encargado de dirigir la adoración en nuestra iglesia he estado trabajando con los hermanos que tienen alguna gracia para presidir, a fin de aunar criterios en el ministerio de la adoración comunitaria.

He participado con ellos ciertos temas, de los cuales algunos transcribo a continuación. Por supuesto, he omitido aquellas cosas que hacen a nuestra iglesia en particular, pero creo que, en lo general, servirán para que el lector reaccione y los debata en su propia iglesia, como forma de estimular la consideración seria del tema. Así lo hacemos en la nuestra con los encargados del área. Hemos leído a varias veces el apunte; cada uno ha estudiado la Palabra en cuanto a la adoración y luego hemos debatido nuestras opiniones al respecto.

Sugiero que lo usen de la misma forma en su iglesia, aun cuando las conclusiones sean diferentes. El objeto no es este artículo en sí, sino que cada congregación defina cómo adorará y por qué lo hará así.

• Nuestros cultos son ofrendas que presentamos a Dios. Somos sus criaturas y le debemos adoración, reverencia y culto. Nuestro tiempo de adoración conjunta no es un relleno, no es una introducción al sermón o una mera motivación que nos prepara "para recibir la Palabra", aun cuando sirva muy bien a estos fines. Recordemos: son ofrendas de alabanza.

• Adoramos a Dios porque es digno de la adoración de toda criatura. Es nuestro Dios y nosotros adoramos la Deidad.

• Adoramos a Dios por lo que es, por lo que hizo y hace. Nos gozamos y esperamos en lo que hará, ¡y también por eso lo alabamos!

• Dios espera que adoremos en espíritu y en verdad (ver cuadro). "...porque tales adoradores Dios busca que te adoren". Todos los domingos el inmenso pueblo de Dios, en todas las naciones, se dispone a adorar a Dios. Nosotros formamos parte de ese pueblo, y en esa inconmensurable cantidad de cristianos Dios busca, cada domingo, adoradores en espíritu y en verdad.

• Lo que ofrecemos a Dios (así como todo lo que pretendemos hacer en su Nombre) debe ser excelente. El Señor no mira lo que mira el hombre, porque el hombre mira lo que está delante de sus ojos (u oídos, tacto, olfato, etc.), en cambio Dios mira el corazón. Por eso. Dios espera que el corazón de quien le adora sea excelente y elabore cosas lo más excelentemente posible.

Si alguien no tiene buen oído y entonación musical, o si no ora con palabras adornadas, etcétera, Dios mira ese corazón y no lo juzga por su capacidad musical o por el léxico. El busca adoradores en espíritu y en verdad. Nada más.

Asimismo, Dios pretende lo mejor de nosotros; no nuestra pereza, no nuestra dejadez, no nuestra comodidad. Toda ofrenda conlleva un sacrificio, un esfuerzo.

No tengas vergüenza si en determinado momento debes suspender un canto y recomenzarlo. Si está fuera de tono o de ritmo, puede ser más dañino continuar que rectificar el rumbo.

En este mismo sentido, si alguien de la iglesia tendrá a su cargo algún "numero especial", no debe bastar sólo la buena actitud de su corazón. Si va a cantar, tocar un instrumento, recitar leer o dramatizar algo deberá hacerlo bien, porque es una adoración a Dios en público lo que intentará motivar a los demás hacia la adoración. Es precisamente eso: "algo especial", un "testimonio de adoración", y para eso debe ser digno, tal como Dios esperaba que lo fueran las ofrendas públicas en el Antiguo Testamento.

• Si pides que alguien tenga una lectura bíblica, asegúrate de que lee bien, que practique la lectura antes y que tenga una Biblia en versión entendible al resto de la congregación.

• La función de quien preside es la de coordinar la adoración grupal y comunitaria en las reuniones. Recuerda que "el líder va adelante, conduciendo". Eso significa que, para dirigir en la adoración al pueblo de Dios, uno debe ser un buen adorador; un buen practicante de lo que quiere que los demás hagan. Por eso, prepárate para ministrar en santidad agradable al Señor. Cuida tu vida espiritual y aliméntala.

• Pide al Señor que te auxilie en la preparación y él cuidado de tu ministerio. Busca su guía y dedícale tiempo para desarrollarlo.

• Evita la ignorancia innecesaria. Pregunta a quien predicará cuál tema tendrá, qué pasajes bíblicos usará y cuál será el propósito de su sermón. Esto te ayudará en la preparación del orden, en especial para el tiempo de inspiración previo al sermón. Pregunta a quien corresponda sobre los anuncios que se deben comunicar a la congregación en esa reunión, a fin de separar el tiempo correspondiente y no encontrarte con imprevistos en medio del culto.

• En cuanto te sea posible, evita la improvisación. A menos que el Espíritu esté guiando a algo especial, el resto de las improvisaciones son sugeridas por nuestros sentimientos, los cuales no son ninguna garantía.

"Cuídate de ti mismo", le decía Pablo a Timoteo, por tanto no le endilgues al Espíritu lo que sale de tu propio corazón o mente.

• Quiera el Señor ayudarnos a que nunca perdamos el santo temor y temblor cuando ministramos en sus cosas. Sus asuntos son demasiado excelsos para que los ejecutemos sin temor. No "manejamos las cosas" en la adoración, sino que guiamos en orden la comunión del pueblo hacia su Dios.

• No te enseñorees del pulpito ni de la congregación. Sé temeroso y lento para la exhortación.

• Por otra parte, si te has preparado en forma responsable, no te sientas mal ni temas al "que dirán" referente a que estés adelante, ministrando. No debemos fomentar el profesionalismo mal entendido, pero sí el ministerio asumido con autoridad. Ni más..., ni menos.

• El horario del tiempo de adoración es de... a... hs. Debes estar, al menos, 15 minutos antes (si es que otra persona se ocupa de los arreglos físicos del lugar), comenzar en punto y concluir de igual manera. Eso permite desarrollar todo el programa de la reunión en una forma equilibrada. Si otra parte del programa se retrasa o si otro participante llega tarde, eso no te da permiso para variar tu horario. Debes comenzar y terminar "en tiempo", aun cuando el "músico" se demore.

• Si por alguna razón se ha demorado quien te debe suceder, no "rellenes" el tiempo con nada. Recuerda: las cosas del Señor y de su Iglesia no son "relleno" de ninguna circunstancia. Para eso debes estar preparado también.

Sugiero que tengas un "as en la manga", un bosquejo guardado en tu Biblia que te ayude a seguir ministrando y no a "salir del paso" solamente. Posiblemente pasen muchos domingos sin que uses ese bosquejo, pero allí tienes una ayuda para cuando ocurra.

A lo mejor suceda que, cuando ese imprevisto sobrevenga, el bosquejo que tienes no puedas aplicarlo totalmente y deba variarlo según el Señor te guíe. De cualquier manera, sé sabio y no dejes para mañana lo que puede hacer hoy.

• El tiempo de oración a Dios (y en esto prima el estilo y las formas que cada congregación tiene como propia) es algo imprescindible en el culto.

Deja que la congregación ore. Puedes pensar en distintos momentos y formas en que los hermanos pueden abrir su corazón ante Dios. Puede haber momentos silenciosos, momentos en que varios se suceden en la dirección de la oración, puede ser espontáneo o preestablecido. Repito: deja que la congregación ore.

Nuestra cultura occidental no tolera el silencio; solemos creer que "queda mal" un "blanco" en la reunión. No te impacientes por "llenar" un espacio en que nadie está orando en voz alta. Es muy probable que muchos lo estén haciendo en silencio. Pero ten buen tino; no "abandones" a la congregación si ya nadie está orando. En ese caso, puede ser que ellos estén orando para que le des cuenta de que hay que continuar.

• El auditorio es multipersonal; eso significa que cada persona está viviendo su propia situación. "Cada corazón es un mundo". Si bien es responsabilidad de todos el concentrarse en lo que la congregación en su conjunto ha acordado hacer en ese momento y el preparar su corazón, debemos respetar la diversidad de ánimos y actitudes. Trata de no retar al auditorio porque cante lento, desganado o en volumen bajo. Si te parece que están apagados, entiéndelos (Pr. 25.20).

• Cuando el tema de la canción, oración, lectura bíblica, etc. es de adoración o alabanza, el espectador es Dios mismo. Sólo El es el público.

• Cuando el tema es profetice (enseñanza, testimonio, exhortación, etc.) es que nos estamos hablando, cantando o leyendo para nosotros, para el grupo. En ese caso, nosotros somos el público.

• Si la canción, comentario o testimonio es una invitación, el público se remite a aquellas personas del público que se encuentran en la situación planteada (Por ejemplo: si es una invitación a la adoración, todos son invitados, pero si es una invitación a recibir a Cristo, el público son los inconversos).

• Quien preside no predica. Trata de evitar los comentarios extensos en el tiempo de adoración. En esto debemos ser muy cuidadosos, ya que nuestros sentimientos pueden traicionarnos. Sé libre, pero recuerda que, al presidir, en tu libertad obligas a todos.

• Si en la reunión hay un tiempo para compartir testimonios, bendiciones y motivos de oración, es bueno que quien preside rescate en una lima (10 palabras, no más que eso) la idea principal de quien habló para afirmar lo importante. Recordemos que no debemos predicar al final de cada testimonio. ¡¡¡Sólo diez palabras!!! ¡¡¡Practica!!!

• Somos seres emocionales por lo que es lícito y precioso que nuestra alma se goce en la alabanza; respeta eso en los asistentes. Asimismo, las emociones son secundarias. Por lo tanto, aunque a veces "no lo sintamos", si estamos haciendo las cosas bien, estamos adorando lo mismo. La buena adoración no depende de "sí lo sintamos", depende de "sí lo hacemos en espíritu correcto y en verdad". No apeles a las emociones; no las evites tampoco.

• Asegúrate de que habrá, al menos, un músico que ejecutará un instrumento para acompañar las canciones. Procura darle tiempo en la semana previa para que practique las canciones, especialmente aquellas que no conoce. Pásale los cantos unos días antes.

• Aunque haya un muy buen músico, tú eres quien dirige, no él. Tú comienzas la canción y marcas el ritmo. En todo caso, deberás arreglar antes con el instrumentista si quieres variar algún ritmo y canción. Debes enseñarle cuándo comenzarás cada canción.

• Aunque le hayas pasado los cantos con anticipación, prepara un "Orden del culto" adicional para el músico, para entregárselo minutos antes de la reunión. Esto le ayudará a saber que sigue después de cada parte.

• Si es posible, lleva de alguna forma la cuenta de qué cantos se cantan más y cuáles se están dejando de lado en tu congregación.

• Recuerda que "en los íntegros es hermosa la alabanza" (Sal. 33.1). Por eso, cuando Dios recorra con sus ojos la tierra el próximo domingo, ¿qué encontrará en tu congregación.

Apuntes Pastorales
Volumen VIII – número 1

Adoración

ALABANZA Y ADORACIÓN
Adoración
por Dr. Plinio V. M. Zandrino
«Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.» (Jn. 4.23, 24).

La adoración según definición, consisten reverenciar a un ser con el mayor honor y respeto considerándolo como divino, y también honrar y reverenciar a Dios con el culto religioso que le es pedido. Esto encierra gran parte de verdad pero solamente el Señor Jesucristo nos enseña la verdadera adoración que el creyente ha de tributar a Dios y que lo manifestó en su entrevista con la mujer samaritana, haciendo ver que independientemente de elementos materiales, de lugares determinados o condición social, los hombres pueden elevar su corazón y rendir su culto a Dios en cualquier lugar y circunstancia, con tal que el corazón ejercitado y remontándose en vuelo sublime, busque la estrecha comunión con su Dios, en un verdadero y exclusivo ejercicio espiritual.

Cuando al Sahdu Sundar Sing, el gran cristiano hindú de tan profunda vida espiritual, un religioso le preguntó: «¿cuál cree usted que se el mejor método de trabajar y adorar?», le contestó: «Cualquiera que sea el método que usamos, lo principal es adorar a Dios en Espíritu y en Verdad. En el Oriente, cuando se va al lugar de adoración, la gente se descalza; y en el Oeste se quita el sombrero. Pero el espíritu y la verdad no depende ni de los zapatos ni de los sombreros ni de los pies ni de las cabezas sino de los corazones».

En cuanto al culto de adoración, Dios lo exige exclusivo para El, y vemos a través de las páginas de las Escrituras, que es celoso y no acepta que honores y alabanzas que revistan tal carácter, puedan ser tributados a otros seres o criaturas. El primer mandamiento del decálogo así lo pone de manifiesto. Lamentablemente los hombres y en particular el catolicismo romano, han desviado este culto y servido a Dios, canalizándolo a otros seres que en ciertos casos y lugares, casi monopolizan la atención de los religiosos, como en el caso de la virgen María; o bien; la adoración de la hostia, elemento material, lo que no coincide con la enseñanza de Cristo «en espíritu y en verdad».

Aparte de este aspecto de la adoración la vida del creyente debe constituir de por sí, una adoración práctica para con Dios, lo cual hemos ido viendo al analizar distintas fases del sacerdocio cristiano. Como su vida se ofrece a Dios en sacrificio vivo, ya es un racional culto agradable a Dios, pero además, sus prácticas propiamente religiosas, deben llevar a la adoración. Cuando en el hogar se tiene el culto familiar y se busca la primacía de Dios en el mismo, se le está honrando y adorando verdaderamente. Cuán necesario es pues, que esta costumbre se arraigue en todos los hogares cristianos.

En la iglesia, iglesia local en la cual se congregan los creyentes, las prácticas realizadas en la misma, deben conducir todas a la adoración. La oración, enderezada hacia Dios, la predicación que muestra al Dios de amor el ministerio de su Palabra que ensalza al Dios de la Biblia y la Cena del Señor, reunión en que por excelencia nos concentramos en el trino Dios obrando la salvación del hombre; en todas ellas hay y debe haber, motivo de adoración. No debemos pues, ni olvidar ni descuidar estos aspectos fundamentales del culto cristiano y en el cual todos por igual pueden adorar, en espíritu y en verdad, pero habremos de efectuarla con sincera humildad, reconociendo en todo ello, la soberana gracia de Dios para con nosotros inmerecedores de tal privilegio.

Cuando Jorge Adan Smith era joven, escaló una vez los Alpes. A pesar de los peligros, se sentía seguro porque estaba en las manos de dos guías, fuertes y expertos. Uno de ellos le precedía unos cuantos pasos y el otro venía detrás de él a una distancia muy corta. Cuando por fin hubieron escalado la montaña hasta muy cerca de la cima, el guía delantero pidió al joven que diera un paso hacia adelante para que contemplara la gloria del paisaje que desde esa altura podía apreciarse. Olvidando por el momento el viento huracanado que venía desde el lado opuesto de la cumbre, el joven se paró sobre el borde de un talto, pero el jefe de los guías lo bajó apresuradamente, exclamando: «De rodillas, señor, aquí usted no puede estar seguro sino sobre sus rodillas». En verdad, si queremos ascender a cumbre de adoración y comunión con Dios, debemos hacerlo humillados y de rodillas, pero solamente habremos de doblar nuestras rodillas ante el Dios eterno, y únicamente ante El.

Tomado de Pensamiento Cristiano, 1957. Apuntes Pastorales, usado con permiso, todos los derechos reservados.

¿Realmente adoramos...?

ALABANZA Y ADORACIÓN
¿Realmente adoramos...?
por Manual de Liderazgo
Algunas veces sentimos que el culto de adoración fue toda una bendición; en otras, no tanto. ¿Será posible que hubo algo durante el culto que ayudó a que nos conectáramos con el Creador? ¿Lo que hicimos era realmente adoración? La siguiente guía lo ayudará a determinar cómo se está dirigiendo el culto de adoración y todos los elementos involucrados en una adoración verdadera.

Una herramienta de diagnóstico para evaluar su culto

A pesar de que los líderes de las iglesias invierten cantidades de energía extraordinaria a la hora de preparar el culto de adoración, muchos ni siquiera evalúan si se utilizó esta energía de la mejor manera. Parte de esta renuencia proviene de la (correcta) creencia de que la adoración es una actividad espiritual y que, al final, Dios juega un papel misterioso en ella. ¿Quién puede decir, después de todo, si las personas «realmente adoraron», si realmente hubo un encuentro con Dios, o si Dios verdaderamente fue glorificado?

Aún si se nos ha dado la habilidad para planear el tiempo de adoración, podemos evaluar hasta cierto grado lo que hemos hecho. La siguiente herramienta, preparada por los editores y consejeros de Leadership, puede ayudarlo. No abarca todas las bases (por ejemplo, se ha dejado por fuera la evaluación del sermón), y no todas las preguntas se pueden aplicar a todas las congregaciones. Siéntase con la libertad de personalizarla para su congregación.

Lo esencial

Los siguientes elementos han sido históricamente parte del culto de adoración. Estas son preguntas objetivas: ¿Nuestro culto incluye este elemento? Si así es, ¿en qué forma? Si no, ¿por qué?

  1. Preparación y oración
    • ¿Ayudamos a las personas a prepararse para adorar?
    • ¿Se oró por las personas antes y durante el culto?
    • Las oraciones durante el culto incluían:
      • ¿Adoración?
      • ¿Acción de gracias?
      • ¿Confesión (con la seguridad de que hubo perdón)?
      • ¿Se pidió por las necesidades personales y de la iglesia?
      • ¿Se intercedió por las personas que aún no han creído?
    • ¿Se invocó a Dios como Trinidad?
    • ¿Se le dio a las personas de la congregación la oportunidad de orar en voz alta? ¿En silencio? ¿Juntos en grupos pequeños?
  2. Alabanzas y cantos
    • ¿Se le dio a las personas la oportunidad de cantar?
    • ¿Hubo otras oportunidades para que la congregación participara; por ejemplo: arrodillarse, leer algún pasaje, recitar alguna reflexión, palmear, etc.?
  3. Palabra y teología
    • De las principales partes de la Escritura (como tradicionalmente están categorizadas), ¿cuáles se leyeron en voz alta? ¿El Antiguo Testamento? ¿Los Salmos? ¿Las epístolas? ¿Los evangelios?
    • ¿De alguna forma, en el culto se habló de cómo obtener salvación?
    • ¿El culto estuvo ligado al tema del año cristiano?
  4. Sacramentos/Ordenanzas
    • ¿Hubo algún bautismo o se realizó la santa cena?
  5. Respuestas de la congregación
    • ¿El tiempo de ofrendar fue parte de la adoración?
    • ¿Se les dio a las personas la oportunidad para que dedicarán sus vidas a Cristo en una forma más completa?
    • ¿Se hizo la invitación para que las personas se convirtieran?
    • ¿Las personas fueron capaces de ministrarse los unos a los otros durante el culto (orar los unos a los otros, testificar acerca de la bondad de Dios, poner en práctica los dones espirituales)?

El enfoque

El enfoque incluye juicios más subjetivos, por eso, es mejor que diferentes personas, líderes y participantes puedan aportar alguna información para así responder a las preguntas.

«Movimiento» de los eventos

  • Tono: ¿El ambiente fue respetuoso? ¿Alegre? ¿Apropiado para el tema del culto?
  • Punto central: ¿Se guió el culto hacia las personas o hacia Dios?
  • Propósito: ¿Estuvo claro el propósito de cada parte del culto? ¿Las personas entendieron su relación con el resto del culto? ¿Las transiciones estuvieron claras? ¿Fue muy rápido? ¿Extraño?
  • Estilo: ¿Se dirigió el culto de una manera muy formal o demasiado casual para la congregación?
  • Ritmo: ¿Se prolongó el culto? ¿Fue rápido? ¿En qué parte nos prolongamos más y en cuál nos apresuramos?

Vida comunitaria

  • ¿Los anuncios representan una vida congregacional sana?
  • ¿Hicimos que los invitados se sintieran cómodos?
  • ¿El equipo de trabajo y los laicos estaban visibles?
  • ¿Cuáles grupos demográficos se reflejaron en el liderazgo (sexo, edad, estado civil, etc.)?

Participación de la congregación

  • ¿El boletín fue fácil de seguir?
  • ¿Confundimos a las personas de alguna forma?
  • ¿La congregación entendió lo que tenía que hacer (especialmente si era algo nuevo)? ¿Fue un acto de adoración significativo?
  • ¿La congregación participó en la forma en que los planificadores del culto de adoración esperaban? ¿Por qué sí o por qué no?

Lectores, presentadores, y oradores

  • ¿Estaban bien preparados estos participantes?
  • ¿Se comunicaron con sinceridad y sentimiento?
  • ¿Hubo algún hábito característico que distrajera la atención?
  • ¿Las oraciones parecían significativas o estaban llenas de frases gastadas?

Cantos

  • ¿La relación entre la meditación y los cánticos de júbilo fue apropiada para el tema del culto?
  • ¿Cuántos cantos nuevos o poco familiares se le pidió a la congregación que cantara?
  • ¿Los acompañamientos ayudaron a la congregación a cantar bien —en ritmo, volumen?
  • ¿La congregación sabía que hacer: cuáles versos cantar, cuando empezar o detenerse, etc.?

Música especial

  • ¿Las letras fueron claras?
  • ¿La calidad de la presentación calzaba con la ocasión?
  • ¿El estilo y mensaje de la música calzaba con el culto?

Invitación

  • ¿Fue clara la invitación para la oración, consagración, o conversión?
  • ¿El tono fue sincero, personal y no fue amenazador?

El aspecto espiritual

  • Aunque Dios al final trabaja en formas misteriosas, esta es la dimensión de adoración más importante.
  • Corazón: ¿En qué parte del culto se tocó más los sentimientos y emociones de las personas?
  • Alma: ¿En qué formas el culto permitió a las personas acercarse a Dios? ¿Alguien comunicó dicha experiencia, aunque sea en forma sutil?
  • Mente: ¿Qué verdad espiritual trató de comunicar el culto? ¿Se pudo entender?
  • Fuerzas: ¿A qué tipo de acción se guió a las personas? ¿Cómo animó a las personas a servir a Cristo?