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Escrito por directordealabanza.com |
Lunes 17 de Noviembre de 2008 18:10 |
Una definición estricta de la palabra adoración (Proskuneo) es: “Doblegarse y postrarse ante la presencia de alguien y besarlo (besar sus pies), como un perro lame la mano de su amo.” ¿Suena humillante? Realmente no lo es cuando entiendes el principio detrás de esta definición.
Haciendo referencia a la ofrenda quemada y al sacrificio de Jesús, el autor de Hebreos dice que "Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” Heb.13:15. De la misma manera que Jesús se entregó completamente por nosotros, así debemos entregarnos nosotros a la adoración. No puede haber adoración a medias. Dios detesta las cosas a medias. Jesús dijo que el primer y más grande mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El común denominador en este versículo es “Todo”. Como la ofrenda que era consumida “Toda”, Dios lo quiere todo, Dios quiere un sacrificio total, una rendición total. ¡Esta es la verdadera adoración! En la adoración no sólo entrego mi canto, también entrego mi cuerpo, mi voluntad, mi ser entero, todo lo que poseo y lo que soy. El verdadero adorador es aquel que se ha entregado totalmente a Dios, sin reservas, sin medidas. Cuando Dios tiene nuestro corazón lo tiene todo. Cuando Dios no tiene nuestro corazón no puede haber adoración. Por eso Samuel decía: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios (adoración) y el prestar atención que la grosura de los carneros” I Samuel 15:22 Dios probó a Abraham para ver si realmente era un adorador, para ver si estaba dispuesto a rendirlo todo. El verdadero adorador lo rinde todo porque confía plenamente en su Señor, por eso puede obedecer en todo. Lo que Dios le pide a Abraham fue: “Ofrece a tu hijo, tu único hijo, al que amas, en sacrificio” Ustedes conocen la historia, Abraham pasa la prueba, demostró que tenía un corazón de adorador. Muchas personas adoran a Dios solo de labios, pero cuando se trata de rendirlo todo, no están dispuestos. Jesús hizo referencia a este tipo de adoradores cuando dijo: “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran...” Mateo 15:8-9 La frase “me honran” en otras versiones se interpreta como “me adoran”. Jesús está diciendo: “No puede haber verdadera adoración si tu corazón está lejos de mí”, es decir, si el corazón está en otras cosas, si hemos rendido nuestro corazón a otras cosas, no puede haber verdadera adoración. Jesús dijo: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Mateo 6:21 Cuando el Señor es nuestro tesoro, en él está nuestro corazón. ¡Esto es adoración! Adoración es intimidad. Algunos adoran a Dios como los de Atenas, tenían un altar “al Dios no conocido”, al que supuestamente adoraban, pero sin conocerle. El apóstol Pablo después de ver esa inscripción al lado de ese altar procede a predicarles acerca del Dios no conocido, al que adoraban sin conocerle. ¿Cómo puedo adorar a alguien que no conozco? ¿Cómo puedo adorar a alguien cuyos atributos ignoro? Si adoración es entrega total, confianza y obediencia, como puedo adorar a un Dios con el que no me he relacionado lo suficiente para conocerle. Mucha gente “adora” a Dios sin conocerle. ¡No me mal entiendan! Yo sé que la gente de la que estoy escribiendo han entregado sus vidas al Señor, tienen vida eterna y el cielo les espera. Pero yo estoy hablando de conocer a Dios de una manera más intima y personal. La adoración pública no es intimidad. La adoración pública debe ser un reflejo de la adoración en lo secreto. La adoración intima se da en la intimidad de mi corazón y de mi habitación. Que pensarías de un hombre que en la intimidad nunca le dice a su esposa que la ama, nunca le muestra afecto, de hecho la ignora y la trata mal. Pero en público la trata maravillosamente. Todo tipo de halagos y cariños salen de sus labios cuando la gente los ve. ¿Pensarías que este hombre es un hipócrita verdad? Pensarías que solo pretende para ser visto por los demás. Así suena la adoración publica que no está respaldada por una adoración privada. Cuando en la adoración no hay intimidad, esta carece de deleite y es seca. Para mucha gente el adorar es incomodo y hasta cansado, no resultará así cuando has conocido ha Dios en la intimidad. El salmo 16:11 dice: “En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra...” Aquel que ha conocido a Dios en la intimidad, será un excelente adorador, estará lleno de gozo y deleite al cantar, aunque no pueda sostener una nota por más de dos segundos. Venid y adoremos. Escrito por Jesús Adrián Romero. |