sábado, 25 de agosto de 2007

La mejor adoración para el Señor, Parte III





La mejor adoración para el Señor, Parte III
por Donald S. Whitney
Este es el tercer artículo de una serie que trata las formas de cómo mejorar el culto de alabanza y adoración de su iglesia. En este artículo el autor habla sobre cómo reformar la música de adoración según la frase bíblica: «salmos, himnos y cánticos espirituales».

Casi todas las personas a las que les pregunto creen que la alabanza y adoración de su iglesia necesita mejorar. Generalmente los cambios que tienen en mente se relacionan más con los cantos y estilo musical preferidos que cualquier otro aspecto.

Como lo indica el título, este es el tercer artículo de una serie que trata las formas de cómo mejorar el culto de alabanza y adoración de su iglesia. En este artículo escribo acerca de cómo reformar la música de adoración según la frase bíblica: «salmos, himnos y cánticos espirituales». Por años cité, y aún así no me fijé, en algunas de las enseñanzas bíblicas más obvias acerca de qué cantar en un culto de adoración. Desde mi perspectiva, como predicador y maestro que sirve en docenas de iglesias todos los años, la mayoría de las congregaciones serían bendecidas si observaran con una fresca mirada este y otros pasajes que tratan el tema de la adoración.

Además, ofrezco algunas ideas acerca de los «especiales», los aplausos, el uso de un retro-proyector o presentaciones PowerPoint versus himnarios, etcétera. Espero que el Señor utilice este artículo para mejorar la adoración y edificación de su pueblo en muchas iglesias locales.

1. Cante salmos

Aturdido. Esa es la palabra que utilizaría para describir mi repentina conciencia sobre mi negligencia ante un claro mandato bíblico. Estuve involucrado en el liderazgo de los cultos de adoración por más de quince años antes de darme cuenta de lo que muchos cristianos y denominaciones enteras habían entendido por siglos: Dios nos manda a cantar salmos.

El libro de los Salmos fue inspirado por Dios para que fuera el libro de los cánticos de su pueblo. El ser este el propósito de los Salmos es como si Dios dijera: «Quiero que me alabes; y aquí están las palabras que quiero que cantes.» Y no es que nuestro Nuevo Testamento no indique nada sobre que las personas del Nuevo Pacto de Dios no necesitan cantar Salmos, ya que nos da dos mandamientos sobre qué debemos entonar «salmos, himnos y cantos espirituales» (Efesios 5.19; Colosenses 3.16). Aunque sabía estos pasajes de memoria, nunca los había obedecido conscientemente a la hora de guiar al pueblo de Dios para cantar salmos en el tiempo de adoración. Ahora difícilmente puedo planear un culto de adoración sin pensar en cantar al menos un salmo.

Una forma de empezar a cantar salmos es examinando los cantos que su iglesia entona en la actualidad e identificar aquellos que se basan substancialmente en las palabras de algún salmo. Para muchos, esto involucraría simplemente buscar en el índice de las Escrituras en la parte de atrás de sus himnarios. Luego hacer un esfuerzo consciente para entonar a menudo los cantos basados en los salmos, recordándole a la congregación los mandatos que hablan sobre cantar salmos.

Otra forma es utilizar la colección de salmos métricos de Isaac Watts (usted los pueden obtener en formato de libro o en Internet). Esta colección es de dominio público así que puede utilizarlos en sus diapositivas o incluso en sus boletines. Casi que todos están en métrica común, lo que significa que todos (incluso aquellas personas que no saben leer música) pueden asociar los textos a las tonalidades que la gente ya conoce. Por ejemplo, todos aquellos que están en métrica común pueden cantarse casi en cualquier tonalidad, tales como la tonalidad de Sublime Gracia. También debería saber que Watts —a mi parecer correctamente— interpretó los Salmos a la luz de Cristo y del Nuevo Testamento y esto lo refleja en su himnario.

Una tercer opción es utilizar los recursos de las editoriales que se especializan en materiales para cantar salmos. Finalmente, anime a las personas dotadas de su iglesia a que compongan nuevas tonalidades para los Salmos.

En todos los casos, cuando introduzca un canto basado en los Salmos en el culto de adoración de su iglesia, guíe la atención hacia los pasajes que nos instruyen a cantar salmos y observe cómo estos nuevos cantos representan un intento deliberado para obedecer a Dios. Y cuando los cante, frecuentemente señale no solo el nombre de la pieza, como «Alabad a nuestro Dios en su santuario» sino indique que esto es un salmo.

Si bien todos podemos testificar acerca de las bendiciones que hemos recibido al entonar otros cantos, ¿no tiene sentido que cantar las propias palabras que Dios ha inspirado para nosotros nutrirán nuestras almas de una forma única?

2. Si usted considera que el estilo de adoración de su iglesia es histórico, entonces asegúrese de cantar himnos y canciones espirituales

Por «histórico» me refiero al creciente número de iglesias que han re-descubierto la práctica bíblica de cantar salmos. Hay una posición conocida como Exclusive Psalmody (la creencia de que la Biblia limita nuestros cantos de adoración exclusivamente a los salmos) con la que yo respetuosamente difiero. Pero aquí no me refiero a aquellos que mantienen esta posición. Por el contrario, me refiero a aquellos que han regresado a la alegría y belleza de cantar salmos, sin embargo, han reaccionado exageradamente a la hora de cantarlos al punto de ignorar los himnos y cantos espirituales que también manda Dios en Efesios 5.19 y Colosenses 3.16. Es tan incorrecto abandonar los himnos y cantos espirituales que la Escritura instruye como ignorar los salmos.

Por cierto, al regresar obedientemente a los cantos de los salmos, no permita que su culto de adoración se convierta en uno anacrónico. La iglesia debería diferenciarse del mundo, y esto algunas veces incluirá cantar tonalidades más antiguas que los creyentes han cantado por siglos. Como lo dije anteriormente, los antiguos salmos métricos (tales como los de Watts) pueden cantarse en tonalidades contemporáneas (eso si la tonalidad comunica apropiadamente el espíritu del texto). Usted incluso puede componer nuevas tonalidades. Pero una cosa es sonar irrelevante para el mundo; y otra sonar de esa forma para hacer madurar a los creyentes.

3. Si usted considera que el estilo de adoración de su iglesia es tradicional, entonces asegúrese de cantar salmos y cantos espirituales

Admitámoslo, definir «salmos y cantos espirituales» es como tratar de definir el amor. Revise veinte comentarios y encontrará veinte explicaciones diferentes del significado de estos términos. Algunos (los de la posición Exclusive Psalmody) creen que toda esta frase se refiere a los salmos del Antiguo Testamento, mientras otros piensan que no. Muchos cristianos carismáticos creen que los cantos espirituales son algo parecido a cantar en lenguas. Algunos eruditos piensan que los tres términos básicamente significan lo mismo, cantos con un contenido religioso y en oposición a los cantos seculares.

Si bien el debate acerca del significado de las Escrituras siempre es importante, tarde o temprano llegará el momento para actuar y decidir cuál será la música del culto del domingo. Los líderes comprometidos a entonar cantos con una base bíblica deben escoger una posición que pueda explicar el significado de estos términos y deben seleccionar cantos específicos en una forma apropiada.

Para llegar a una interpretación apropiada de la frase debemos preguntarnos: «¿Qué entendía el apóstol Pablo por salmos, himnos y cantos espirituales cuando fue inspirado por Dios a escribir estas palabras?» O para ponerlo de otra forma, «¿qué tipo de cantos le decía Pablo a las personas que cantaran cuando él fundaba iglesias?» Obviamente, no pensaba en los cantos que hoy día se cantan en las iglesias, a excepción de los Salmos, nuestros cantos de adoración se escribieron siglos después de que Pablo muriera. Aún así, para ser bíblicos en los cultos de adoración nuestros cantos deben acoplarse a la norma de salmos, himnos y cantos espirituales.

Tomo la frase salmos, himnos y cantos espirituales para indicar (1) los salmos del Antiguo Testamento; (2) los himnos para o acerca de Dios, y (3) los cantos sobre asuntos espirituales, es decir, la vida y experiencia cristiana. Los Salmos se pueden cantar (o incluso ser recitados) palabra por palabra de la Biblia, o se pueden poner en forma métrica para que sea más fácil cantarlo en el idioma materno (nota del autor).

Los himnos y cantos espirituales pueden adaptarse o tomarse directamente de la Biblia, pero generalmente son composiciones originales de escritores no inspirados. Ni la duración, antigüedad, ni el estilo de la tonalidad determina si es un himno o un canto espiritual. Tanto los himnos como los cantos espirituales pueden ser tan breves como un par de líneas o llegar a tener varias estrofas. Además de nuestros himnos más antiguos, todos los días se escriben nuevos himnos con melodías contemporáneas, y cada domingo muchos cristianos entonan cantos espirituales que tienen siglos de existencia, no solo aquellos que han sido recién compuestos. Tanto himnos como cantos espirituales han sido compuestos principalmente para expresar las convicciones de la mente cristiana o los sentimientos del corazón del creyente, o una combinación de ambas. Sin embargo, en términos generales, los himnos están dirigidos a Dios; los cantos espirituales al hombre (ya sea para enseñar o aconsejarnos).

Así que a veces es difícil distinguir entre un himno y un canto espiritual porque muy a menudo comparten muchas cualidades. De hecho, los buenos himnos y cantos espirituales a menudo tendrán mucho en común con los salmos. Eso se debe a que muchos de los salmos del Antiguo Testamento no solo están dirigidos y hablan acerca de Dios (lo cual es la esencia de un himno), sino también hablan sobre la experiencia del creyente (la cual es el distintivo de un canto espiritual). De esta forma, incorporan las marcas que distinguen a un salmo, un himno y un canto espiritual; todas en uno.

En resumen, es el contenido de un canto lo que determina si pasa la norma bíblica y así utilizarlo en un culto de adoración como salmo, himno o canto espiritual. Y en todos los casos, si la letra no es tomada de la Biblia, entonces debe ser consistente con la enseñanza de ella. Eso no significa que deberíamos cantar verdades si la melodía es mala, y ciertamente no deberíamos entonar un canto pobremente escrito o teológicamente débil solo porque a todo el mundo le gusta la tonalidad.

Deseo continuar con mi estudio sobre este tema, y estoy abierto a la instrucción de los demás. Pero cualquier idea que usted crea que es el significado de estos términos «salmos, himnos y cantos espirituales» —y la verdad es que ellos sí significan algo— los tres claramente deberían cantarse en el culto de adoración a Dios. Por tanto, si su iglesia aboga principalmente por la tradición de cantar himnos, no rechace el mandato de entonar salmos y cantos espirituales.

Ya que anteriormente discutí el tema de cantar salmos, ahora me concentraré en los cantos espirituales. Algunas personas creen que los cantos espirituales equivalen a la música contemporánea, y para ellos todo lo nuevo está mal. Pero recuerde que el propio Pablo entonaba cantos espirituales, y mandó a las iglesias a hacer lo mismo. Los creyentes siempre han cantado sobre temas de la vida cristiana, así que los cantos espirituales han estado presentes por más de dos mil años. Sin embargo, es muy probable que todos los cantos espirituales que Pablo entonaba eran nuevos en esos días. Así que desde los inicios de la iglesia los cristianos han adorado con cantos espirituales que son contemporáneos.

Algunas de las objeciones más comunes (o argumentos más recurrentes) a la hora de querer entonar cantos espirituales pareciera que se basan más en las preferencias que en cualquier otra característica. ¿Muy breve para ser sustancial? Bueno, la Doxología es bastante corta. Y cuando leo algunos de los que parecen ser cantos en Apocalipsis (por ejemplo 4.11; 5.9–10; 5.12; 5.13), su brevedad me asombra como los cantos entonados en muchos coros contemporáneos. Si estos breves cantos son tan valiosos como para que en el cielo los entonen, entonces ¿quién podría debatir en cantarlos en la iglesia? De hecho, uno de las características más interesantes de los mejores coros es que han sido tomados de las Sagradas Escrituras. ¿Muy repetitivo? Algunos de los salmos son bastantes repetitivos. No olvide que el Señor inspiró el Salmo 136 y este es bastante repetitivo. En él, la frase «porque para siempre es su misericordia» aparece veintiséis veces. Y si Dios se place en escuchar a cuatro seres alrededor del trono adorándolo con la misma oración día y noche sin detenerse (lea Apocalipsis 4.8), entonces no podemos decir que la repetición provoca que un canto sea inaceptable para el Señor.

Así que el debate casi siempre regresa al punto del estilo musical. Los cantos tradicionales generalmente se entonan con melodías un poco más antiguas, y las composiciones más nuevas tienden a reflejar música contemporánea. Y cada uno de nosotros se inclina hacia uno u otro según nuestras preferencias. Pero si el texto está bien escrito y no contradice las Escrituras, y si la música calza muy bien con el texto, y todo en conjunto se canta con reverencia, todos deberíamos estar dispuestos a entonarlo sin prestarle atención a la fecha de su composición.

Es cierto que muchos de los cantos contemporáneos son poco profundos. Pero también es cierto que muchos cantos antiguos son poco originales y anticuados, sin ninguna cualidad perdurable. En ninguno de estos casos se debiera entonar un canto. Y en algunas ocasiones líderes insensibles interesados más en la aplicabilidad que en la fidelidad o unidad obligan a la congregación a aceptar demasiados cantos contemporáneos. Sin embargo, debemos recordar que Dios ha levantado compositores y escritores fieles en todas las generaciones. Y así como los teólogos y predicadores trabajan para comunicar la verdad de Dios a sus contemporáneos, nuestros compositores nos ayudan a expresar por medio de la música de nuestra propia época la verdad invariable de Dios. No deberíamos esperar entonar solamente cantos escritos por anteriores generaciones de cristianos así como nunca deberíamos esperar leer solamente las obras escritas por anteriores generaciones de predicadores y teólogos. Debemos valorar y preservar lo mejor de sus obras y utilizarlas en nuestra vida.

Las Escrituras repetidamente nos enseñan a entonar «un cántico nuevo» (Salmos 33.3; 96.1–2; 98.1; 149.1; Isaías 42.10) para el Señor. También se espera que «una generación alabará tus obras a otra generación» (Salmo 145.4). Entre los prácticos resultados de la obediencia a estos mandatos debería ser que así como cada generación exitosa de cristianos entonaron un cántico nuevo para el Señor, cada uno de ellos contribuirá a las expresiones de devoción a Dios e incrementará el repertorio de alabanza de la iglesia.

4. Si usted considera que el estilo de adoración de su iglesia es contemporáneo o una mezcla de estilos, asegúrese de entonar salmos e himnos

Alguien ha dicho que cuando una iglesia tradicional se renueva empieza a entonar cantos contemporáneos, y cuando una iglesia contemporánea se renueva entonces empieza a cantar himnos tradicionales. Creo que hay algo de cierto en esta declaración, pero también deberíamos añadir que cuando ocurre alguna de estas dos experiencias de renovación la iglesia también empezará a cantar salmos. En cualquiera de los casos, reformar la música de adoración de una iglesia requiere de voluntad y esfuerzo. Sea explícito con respecto a cómo los cambios son un intento de obedecer las Escrituras. El pueblo de Dios generalmente responde bien a la verdad de Dios cuando se le presenta en el espíritu correcto.

Reconozco que la mayoría de las iglesias contemporáneas probablemente cantarán salmos con tonalidades contemporáneas. Y si bien se pueden adaptar algunas de las letras de los himnos tradicionales para que puedan ser entonadas con música contemporánea, no deje de cantarlos con sus tonalidades originales. Algunas de ellas simplemente no pueden ser superadas. Y aquellos que piensan que para muchas personas los cantos convencionales no tiene ningún encanto, recuerde el aprecio casi universal con respecto a la música tradicional navideña. Muchos adolescentes y jóvenes no se pueden resistir a entonar cantos tradicionales así como villancicos. Asimismo, cierta música patriótica obtiene el mismo tipo de respuesta. En ocasiones como estas, incluso los no creyentes reconocen que hay lugar para la música que ha sobrevivido al pasar de los años y las generaciones. ¿Cuánto más debería la iglesia valorar sus propios tesoros musicales que han sobrevivido el pasar del tiempo? ¿Cuánto más debería el cuerpo de Cristo buscar entonar cantos que unifican en vez de dividir? Y si bien llegará el día en que algunas piezas musicales desaparecerán, lo mejor de la música de adoración tradicional durará para siempre.

Aún más importante, puede haber un gran beneficio en saber que usted canta las mismas palabras y melodías que el pueblo de Dios ha cantado por generaciones. Cuando entonamos las mismas piezas y tonalidades que por años usaron nuestros padres, abuelos, o héroes espirituales para alabar a Dios, se desarrolla en nosotros un sentido de la resistencia y continuidad de la iglesia a través del tiempo.

Además, así como no queremos formar una generación de cristianos que estén completamente desconectados con su propia cultura, tampoco queremos una generación de creyentes que no conozca «Castillo fuerte es nuestro Dios», «Santo, santo, santo», o «Maravilloso es el gran amor». Perjudicaremos a las futuras generaciones si solo les legamos cantos de adoración de nuestra época y no les ofrecemos nada de las generaciones anteriores. Deberíamos heredar a nuestros sucesores lo mejor que nuestros antepasados espirituales nos confiaron, así como lo mejor de nuestro tiempo.

5. Utilice diapositivas, pero no se olvide del himnario

Me invitaron a predicar en una iglesia que utiliza el programa PowerPoint para presentar las letras de los cantos. El pastor me contó de un incidente con sus hijos que le hizo cambiar su perspectiva acerca de dejar de lado los himnarios. Durante las vacaciones, él y su familia asistieron a la iglesia donde él había crecido. Al principio del culto, el líder de adoración anunció el número de un himno y mi amigo y su esposa buscaron sus respectivos himnarios. En medio de ambos, estaban sus dos hijos, aproximadamente de cinco y siete años. Se dieron cuenta que estos libros no eran Biblias, así que señalaron el himnario de su padre y le preguntaron sinceramente: «¿Qué es eso?»

«Me hizo darme cuenta —dijo mi amigo— que no quiero criar niños sin que sepan lo que es un himnario.»

Utilizar los medios electrónicos para presentar las letras de los cantos tiene sus beneficios y utilidades, como lo he experimentado personalmente en muchos lugares así como en la iglesia donde soy miembro. Sin embargo, hay mucho por decir con respecto a mantener el uso de los himnarios (como lo hace mi iglesia). Un himnario le permite a la congregación aprender sobre la historia de la música y de la iglesia que de otra forma no conocerían. No sé leer música, pero debido a que por años he utilizado el himnario (el cual tiene la notas junto a las letras, a diferencia de solo ver los cantos en una pantalla o en una hoja de papel), he aprendido un poco sobre las tonalidades, o cuando sostener una nota, etc. Además, cuando leo al final del canto la historia del compositor, por ejemplo, William Cowper, u otro héroe cristiano, mi conocimiento de la vida de quien lo escribió me ayuda a profundizar en mi experiencia a la hora de cantarlo. (Si a su iglesia se le dificulta el hecho de usar himnarios, puede poner el nombre del compositor en la pantalla o en el boletín.)

Como sociedad, nos estamos convirtiendo en analfabetos. Mantener el uso del himnario expresa el valor que los cristianos le dan a los libros. Si usamos el himnario durante el culto, podemos también influenciar a nuestros hermanos en su crecimiento y experiencia cristiana fuera de las paredes del templo ya que hay más posibilidad de que ellos utilicen el himnario en los tiempos de adoración con su familia o en su tiempo devocional si ven que su congregación también lo usa para adorar.

6. Promueva la oración colectiva durante el culto de adoración

Muchas iglesias tienen un tiempo de oración colectiva un día entre semana, entonces ¿por qué no en la mañana del domingo? Cuando pastoreaba una iglesia en Chicago, pusimos esto en práctica y en muchas ocasiones era el mejor tiempo de oración de la semana. Algunos de nuestros hermanos y hermanas, a quienes se les dificultaba asistir al culto de oración de los miércoles en la noche, estaban presentes los domingos y podían compartir de su madurez espiritual en nuestras oraciones. Además, asistía más gente y las personas estaban más frescas —física y espiritualmente— que durante la reunión de oración de mitad de semana.

Cada iglesia tendrá sus propios desafíos logísticos para llevar a cabo la oración colectiva, algunos de ellos se pueden resolver tan solo colocando unos cuantos micrófonos en lugares estratégicos. También podría ser de gran ayuda que con anterioridad le pida a ciertas personas que oren en el caso de que nadie más lo haga. Usted también podría invitar a la congregación a que asuma una postura de humildad ante el Señor —que se arrodillen si es posible, y si no que se pongan de pie.

Una posición neutral entre tener a una sola persona dirigiendo una oración pública (aunque no apruebo el abandono total de esta práctica) y pedirle a varios que lo hagan es solicitar que haya una sucesión de personas que dirijan una oración colectiva ya sea desde el altar o desde un micrófono localizado en otra parte del templo.

Nadie duda de que la oración colectiva forma parte de la vida de una iglesia saludable (ver Hechos 2.42). Y si pienso en eso, la diferencia principal entre la oración colectiva en el culto de la mañana del domingo (por la cual estoy abogando) y la oración colectiva en la reunión entre semana es el tamaño del grupo. En la mayoría de las reuniones de oración de entre semana se canta y hay una enseñanza de la Palabra de Dios, al igual que en el culto de adoración del día del Señor. Lo único que queda por hacer en el culto del domingo es organizar este tiempo para que todo mundo pueda escuchar.

7. Trate que no todos los domingos haya un solo o música coral

La mayoría de los líderes de adoración saben lo que se siente cuando un domingo en la mañana alguien llama para cancelar el especial porque la persona que iba a cantar un solo no va a poder asistir, o cuando le avisan poco antes de iniciar el culto que faltan tantos miembros del coro que no se podrá contar con la participación de este. A menudo esto provoca que el ministro de alabanza corra a la cabina de sonido para buscar pistas u otro canto para entonar por enésima vez.

Si bien los solos o las piezas corales son formas de adorar, estos a diferencia del canto congregacional, no son necesarios. La prioridad bíblica claramente se enfoca en que la congregación cante toda junta. No sienta que es indispensable tener algún especial musical todos los domingos. De hecho, prográmelo solamente cuando haya un propósito específico para ese canto en particular. De lo contrario, las personas podrían empezar a creer que los solos o la música coral es un entretenimiento santo y un tiempo donde se entona música principalmente porque hay un espacio reservado para ellos en el culto de adoración en lugar de percibirlo como una función ministerial definida para ese domingo.

8. Utilice el silencio estratégicamente

El silencio es extremadamente extraño en nuestra cultura. Encendemos el automóvil y el radio salta a la vida y así hasta que apaguemos el motor. Los restaurantes a menudo ponen música o encienden la televisión para que nos acompañe durante la cena. Afuera, nos inunda el ruido de los automóviles y de los aviones. Adentro, las computadoras se escuchan a la distancia. Los teléfonos celulares nos interrumpen en cualquier lugar a donde vayamos. Es muy común levantarse de la cama en la mañana y acostarse por la noche sin un solo receso de la cacofonía de los sonidos creados por el hombre y sin ningún momento para reflexionar sobre cualquier comentario que hayamos escuchado. Rara vez nos detenemos, y pocas veces estamos en silencio.

Si existe un lugar para que haya un momento de silencio intencional, ese es durante el culto de adoración al Señor. Hacer una pausa para meditar, para disfrutar de Dios, para sentir el peso de la verdad, para concentrarse en la presencia del Señor —estas son las razones para un silencio meditativo ante Dios, para el selah (la palabra hebrea para «pausa») disfrutado docenas de veces en los Salmos.

Programe un tiempo de silencio en el culto. Existen dos tipos de silencio en el culto: el planeado y el espontáneo. Los silencios espontáneos son generalmente los momentos embarazosos cuando el líder de adoración olvida lo que sigue, o cuando hay un problema con el sistema de sonido, o en general cuando algo sale mal. Los silencios planeados son aquellos periodos intencionales en medio de las actividades de adoración y cuyo propósito es incrementar la adoración, o mantener la resonancia de un momento profundo.

Sin embargo, las personas generalmente asumen que el silencio en la iglesia no es algo planeado (según muchos es cuando se va la señal de la radio o la televisión), por eso, enséñele a su congregación sobre la importancia y belleza del silencio en el tiempo de adoración. Muéstreles en qué partes de la Biblia se habla sobre el silencio «delante del Señor» (Habacuc 2.20; Sofonías 1.7; Zacarías 2.13) y luego indíqueles en qué momento ocurrirá en el culto de adoración para que así puedan anticiparlo.

Así que ¿cuándo debería haber un tiempo de silencio en el culto? En el segundo artículo de esta serie recomendé un tiempo de silencio al principio del culto —después de que las personas hayan tenido tiempo para compartir informalmente como comunidad, y después de anunciar que la adoración está a punto de iniciar. Pero el silencio también puede ser una forma poderosa para finalizar el culto. Conozco varias iglesias donde la congregación se mantiene sentada para cerrar con una oración. Luego después de un minuto de silencio se escucha música que indica que pueden retirarse. Cuando predico, concluyo mi sermón con una oración, y al final de ella a menudo le pido a la gente que permanezca en silencio, para reflexionar sobre la verdad del mensaje y cómo el Señor la aplicará. Quizá haya otro lugar mejor para tener un tiempo de silencio en el culto de su iglesia, pero cualquiera que sea ese momento, recuerde que existe claramente un tiempo en la adoración pública cuando es apropiado callar «¡delante del Señor!» (Sofonías 1.7).

9. Permita que los aplausos sean algo espontáneo y no rutinario.

Aplaudir durante el culto de adoración a Dios se ha convertido en algo muy común en las iglesias evangélicas. Algunos lo aprueban basados en que aplaudir expresa aprecio por la ministración recibida a través de la música y reconocimiento por la preparación puesta en la presentación. Se asume que los aplausos animan al que lo recibe, además, el Salmo 47.1 menciona las palmas dentro del contexto de la adoración («Batid palmas, pueblos todos; aclamad a Dios con voz de júbilo»).

Sin embargo, ¿no se aplicarían estos mismos argumentos a aplaudir después de un sermón? Si bien es cierto que dicho pensamiento dejaría atónitas a varias personas, ¿no es verdad que el predicador necesita tanto ánimo como un cantante o un músico? ¿No deberíamos también reconocer su preparación? ¿Qué tal aplaudir después de una oración que realmente nos tocó?

Además, ¿qué ocurre si usted no aplaude después de la participación de un cantante o músico? ¿Eso no desanima a aquellos que comparan la recepción silenciosa hacia su ministración con los enérgicos aplausos que otra persona recibió? Y si le aplaudimos a todo el mundo, ¿no se convierte eso en una mera obligación?

«¡Agradezcámosle al Señor por habernos ministrado a través del cantante o músico!» —algunos podrían decir. De nuevo pregunto, ¿entonces por qué no le aplaudimos al predicador o al que oró como una forma de agradecimiento al Señor? Pero incluso cuando el aplauso va dirigido al Señor, ¿cómo discierne el cantante o músico la realidad de que la congregación no le está aplaudiendo a él o ella? Si usted nunca ha estado al frente y si nunca ha escuchado aplausos después de su participación en la adoración pública, le puedo testificar que se siente muy extraño. ¿Usted reconoce o ignora los aplausos? Si los reconoce, ¿no está llamando la atención hacia usted en lugar del Señor? ¿Está recibiendo las gracias que estaban destinadas para Él? Si los ignora, ¿no parecería un acto insensible hacia aquellos que desean mostrarle su aprecio o que desean animarlo por medio de los aplausos?

Algunos aprueban los aplausos cuando dicen: «En nuestra cultura aplaudir es la forma más aceptable y común utilizada por un grupo de personas para expresar simultáneamente su aprecio. Así que no hay nada de malo con que la iglesia quiera aplaudir para agradecer a aquellos que cantan o tocan algún instrumento [¿incluso aquellos que predican u oran?] en el altar». Eso es cierto, aplaudir es la expresión normal de la gratitud colectiva en nuestra cultura, pero también está íntimamente asociado con las presentaciones y entretenimiento. Cuando aplaudimos todas las actividades del culto del domingo de la misma forma en que lo hacemos cuando vamos al teatro, será más difícil eliminar la atmósfera de entretenimiento en el culto de adoración, y se le dificultará más a los líderes de adoración mantener alejado del altar una mentalidad de presentaciones. La Biblia le indica a la iglesia otra forma para expresar aprecio a Dios y a las demás personas en el culto de adoración: decir «amén».

En la mayoría de las referencias bíblicas hacia aplaudir (alrededor de unas doce), esta acción se hace no como un acto de celebración, sino como un acto de burla (por ejemplo Lamentaciones 2.15). Sin embargo, habrá ocasiones en la adoración cuando el aplauso espontáneo es incontrolable y apropiado. Por ejemplo, en la iglesia donde soy miembro, si el pastor predica sobre «El Señor proveerá» y anuncia al final del sermón que alguien donó anónimamente varios millones de dólares a la iglesia y con ese dinero podremos comprar nuestro propio edificio, usted puede estar seguro de que habría una explosión de aplausos y otras expresiones impulsivas de alegría y celebración dirigidas a Dios. Sin embargo, más allá de dichas ocasiones inusuales, es más apropiado expresar aprecio, consentimiento, y ánimo en forma verbal con el conocido «amén» bíblico.

¿Y qué si los aplausos son ya una costumbre es su iglesia? Exprese que usted entiende las buenas intenciones detrás de ellos, y la realidad del deseo cristiano de expresar gratitud y ánimo hacia los demás. Luego explique las dificultades y peligros asociados con los aplausos en la adoración así como la alternativa bíblica. Respetuosamente, pídales que dejen de aplaudir y que empiecen a decir «amén». Mencione que algunos seguramente lo olvidarán y que se escucharán unos cuantos aplausos ocasionalmente, pero con anterioridad pida al resto que no se les una. Casi nadie aplaudirá semana tras semana cuando nadie más lo hace. Si usted sabe que hay personas de ese tipo en su iglesia, hable con ellos en forma privada. Pronto los aplausos rutinarios desaparecerán.

10. Permita que solamente creyentes guíen a otros creyentes en el culto de adoración

Ya que solamente aquellos que tienen el Espíritu Santo (es decir, los creyentes en Cristo) pueden «adorar en espíritu y verdad» (Juan 4.24), solo creyentes deberían encargarse de las funciones de liderazgo en el culto de adoración. ¿Cómo puede alguien que no es creyente dirigir a un creyente en la adoración «en espíritu y verdad» cuando el primero es incapaz de hacerlo? Sin importar si la gente percibe la función del líder como grandiosa o no, ningún enemigo que no se ha arrepentido ante Dios —sin importar que tan agradable o talentoso sea— debería dirigir la adoración a Dios. El que no puede adorar verdaderamente no puede dirigir la verdadera adoración.

Mientras que esto obviamente excluye a las personas que no se han convertido de cantar un solo o dirigir el canto congregacional, esta norma también les prohíbe cantar en el coro o tocar algún instrumento, ya que estos también son funciones del liderazgo de adoración, incluso solo cuando está como acompañante u en otra posición. Es mejor adorar sin esa voz, ese instrumento, o esa destreza, incluso si esto significa que alguien menos competente dirija o cantar sin acompañamiento, que dar la impresión de que el pueblo de Dios no puede adorarlo bien sin la ayuda de los que no son creyentes. Incluso es mejor arriesgarse a que la persona se sienta ofendida y deje de venir a la iglesia que ofender a Dios dándole responsabilidades del liderazgo de adoración a los que no son creyentes.

En muchas iglesias, la aplicación más difícil de esta norma será con el coro de niños u otro tipo de participación en la adoración en donde haya niños que no se han convertido. Debido a que son tan tiernos y a que sus padres adoran verlos cantando («presentándose» podría ser una palabra más apropiada), esto puede ser un asunto emocional. Recuerde, sin embargo, que nuestra adoración es la adoración a Dios, y nada que nos distraiga de él tiene lugar en la adoración. Una forma de adaptar el papel de los niños sin comprometer su conciencia o distraer la concentración de la congregación en Dios es hacer que los niños canten al principio, antes de que el culto inicie. Esto también les permite dirigirse a sus asientos después de su participación y distraer menos a la congregación que si lo hacemos durante el culto de adoración. Por cierto, al presentar a los niños, y al tratar de evitar la tendencia de las personas de aplaudir por algo realizado por los pequeños, dígale a la congregación que si ellos desean animar a los pequeños por lo que hicieron que lo hagan en forma verbal y no con aplausos. El lugar para que los niños demuestren sus destrezas o aprendizaje no es durante el tiempo en que deberíamos concentrarnos exclusivamente en el Señor.

Nota del autor:

Una vez que re-organicemos el texto en una forma métrica ya no estamos cantando el texto de esa traducción en particular. Pero hacemos esto para que el texto se ajuste a las estructuras musicales que conocemos más, en otras palabras, hacemos que el salmo sea más «cantable» en nuestro propio idioma. Por ejemplo, la mayoría de nosotros estamos acostumbrados a aprender y entonar canciones que rimen al final de cada línea. Pero cuando traducimos los Salmos a nuestra lengua materna, para luego re-organizar las palabras de tal forma que se ajusten a nuestros estilos líricos, perdemos algunos aspectos de la poesía hebrea. Como punto de comparación, tome cualquier poema de rima corta o las palabras de cualquier canción popular que usted conozca, tradúzcala a otro idioma, y podrá ver cómo se pierde mucha de la estructura poética. Dios nos manda a cantar los Salmos y a menos que aprendamos hebreo (y no creemos que Dios espera eso de todas las personas) debemos cantarlos en nuestro propio idioma. (Recuerde que cuando Pablo le enseñó a los gentiles a cantar «salmos, himnos y cantos espirituales», él los habría enseñado utilizando la Septuaginta, es decir, la traducción griega del Antiguo Testamento, para que así pudieran cantarlos en un lenguaje conocido para ellos, y no en hebreo). Para cantar los Salmos en nuestro propio idioma debemos buscar formas para que estos sean «cantables», y la mayoría escoge hacer eso utilizando palabras en una forma métrica, como lo hizo Isaac Watts. Pero otros prefieren aprender algún tipo de estribillo o componer sus propias tonalidades para los Salmos para que así puedan cantarlos como aparecen en su Biblia. No es importante qué forma elija usted para cantar los Salmos, pero sí los es si recuerda cantarlos.


La mejor adoración para el Señor, Parte II

La mejor adoración para el Señor, Parte II
por Donald Whitney
¿Siente usted que su congregación ha caído en un ambiente donde la adoración no es genuina o se ve afectada por algunos elementos que se llevan a cabo durante el culto? El siguiente artículo es el segundo de una serie escrita por Donald Whitney, un experto en el área de adoración. En este artículo encontrará diez prácticos consejos que podrá implementar en los cultos de su iglesia para así adorar realmente «en espíritu y en verdad».

La respuesta tan entusiasta que hubo hacia el artículo La mejor adoración para el Señor me animó a escribir una serie. Si usted aún no lo ha leído, lo invito a hacerlo antes de leer esta segunda parte. Para leer el primer artículo de la serie haga click AQUÍ

1. Planee un culto de adoración solo para aquellos que pueden adorar

Muchas iglesias planean sus cultos de adoración como si los no creyentes pudieran adorar. Sin embargo, el apóstol Pablo deja en claro en 1 Corintios 12.3 que «…nadie puede decir que Jesús es el Señor, excepto por el Espíritu Santo». Obviamente que cualquier persona puede expresar dichas palabras pero a menos que el Espíritu Santo more en ella no puede decir tales afirmaciones como una expresión sincera de verdadera adoración. En otras palabras, aquellos que no conocen a Jesús como Señor (y por tanto no tienen el Espíritu Santo) no pueden adorar a Dios, así que ¿por qué designar un culto de adoración a Dios con aquellos incapaces de adorar? Planeamos cultos y eventos evangelísticos para los no creyentes, los cultos de adoración son para los creyentes.

En esta misma epístola a la iglesia de Corinto, el apóstol criticó algunas de las prácticas de adoración y les preguntó: «Por tanto, si… entran algunos sin ese don o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?» (1 Corintios 14.23). Se puede hacer cualquier comentario sobre este pasaje, si bien Pablo consideraba la entrada de incrédulos al culto de adoración como una posibilidad, claramente esperaba que la adoración ocurriera en una reunión de creyentes. Y después de que Pablo instruyera a los creyentes de Corinto un poco más sobre los elementos de adoración, concluyó: «Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia» (1 Corintios 14.26 NVI) [cursivas añadidas]. De esta forma, la adoración a Dios es un evento que ocurre dentro el círculo de los de la iglesia de Dios. Si bien es cierto que es bueno estar concientes de la presencia de no creyentes cuando adoramos, no deberíamos planear cultos de adoración para ellos.

2. Mantenga la tecnología bajo control

Con esto me refiero principalmente al uso de la tecnología audio-visual computarizada en los cultos de adoración. Sea cauteloso de su poder seductor. Si bien la tecnología puede ser útil y eficaz, las ilimitadas posibilidades de experimentar con ella puede abarcar el tiempo que hubiera sido mejor utilizado a la hora de preparar el contenido de dicha presentación. A menudo es más divertido preparar una presentación de PowerPoint que un sermón. Pero el resultado puede ser una deslumbrante presentación de un pobre mensaje.

Asegúrese de que la tecnología haga que las personas presten atención al mensaje, y no a la presentación en sí. Usted no quiere que la tecnología cautive a las personas de su congregación al punto de que se pregunten cómo desarrolló tan brillante presentación de PowerPoint en lugar de absorber el mensaje. También tenga cuidado de que las herramientas no distraigan la atención que se debería poner en el mensajero. El Espíritu de Dios se derrama sobre las personas y no sobre la tecnología. Así que asegúrese de que el equipo y los programas sirvan y fomenten la relación humana entre el mensajero y los receptores en vez de despersonalizarla. También esté atento a que un espíritu de profesionalismo no acompañe al creciente uso de la tecnología y desarrolle una mentalidad de presentaciones en aquellos que la usan.

Es fácil convertirse extremadamente dependiente de la tecnología audio-visual. Conforme crezca la influencia de la tecnología en nuestra cultura, así su uso en la iglesia puede demandar mucho más tiempo y recursos (humanos y económicos). Es cierto que la tecnología pobremente utilizada puede distraer tanto como la que es exagerada. Incluso con un sistema audio-visual de tecnología de punta, la adoración es imposible cuando hay ruido que molesta los oídos o una búsqueda desenfrenada de diapositivas para encontrar la correcta. Los técnicos necesitan ser tan diestros como los músicos y otros líderes de adoración. Pero si este último puede llamar demasiado la atención hacia su rol en el culto de adoración, así también puede el primer grupo. No se ponga en una posición donde un problema técnico, una falla en el disco duro, o una ausencia inesperada arruine el culto de adoración a Dios en su iglesia.

Nota: Si su culto de adoración sale al aire por algún canal o por Internet, mantenga todas las cámaras en la parte de atrás (y lo más inmóviles posible), incluso si esto reduce significativamente la calidad de su «producción». Su responsabilidad es la experiencia de adoración de los presentes y nunca sucumbir ante la seducción de la «excelencia» de la experiencia de aquellos que verían el programa. Nada puede distraer más nuestra atención de Dios que un camarógrafo que se mueve de aquí para allá durante el culto de adoración. Y nada comunica más la impresión de que las personas están observando un programa en lugar de una experiencia de adoración que la presencia de las cámaras en medio de los adoradores y los líderes de adoración.

3. Pase los anuncios, bienvenidas y tiempo de saludos al principio o final del culto

Históricas Confesiones de Fe como la de Westminster (1647) y la Segunda Confesión Bautista de Londres (1689) han reconocido que hay «acciones que son comunes en todas las sociedades humanas» las cuales se permiten en la adoración pero bajo la guía de las «reglas generales» de la Escritura. Todas las «sociedades humanas», entre ellas la iglesia, deben tener anuncios. No siempre es posible imprimir los anuncios, y hay algunos que son tan importantes que requieren de un énfasis verbal. Generalmente, el mejor tiempo para anunciar los asuntos importantes es cuando la mayor parte de la sociedad está presente. En la iglesia, ese tiempo es el culto de adoración. También es «común en todas las sociedad humanas» —entre ellas la iglesia— darle la bienvenida a los invitados de la reunión de la sociedad. Además, muchas iglesias tienen la costumbre de saludarse unos a otros durante el transcurso del culto, y algunos encuentran una base bíblica para esta actividad en varios textos como por ejemplo Romanos 16.16, «Saludaos los unos a otros con un beso santo.»

En cualquier grado, sería muy difícil afirmar que estas actividades se enfocan en Dios tanto como los elementos de adoración como por ejemplo la lectura de la Palabra, la oración, y los cantos que alaban al Señor. Por eso, con el fin de no provocar que las personas dejen de enfocarse en el Señor, pase los anuncios, las bienvenidas y los saludos para el principio o para el final del culto. Algunos dirán que los anuncios, etc., antes del culto los distraerá de la preparación de adoración. Otros protestarán que si los pasan al final se disminuirá el impacto del sermón. Pero algunos anuncios son inevitablemente necesarios e interrumpir el flujo de la adoración por causa de ellos es peor que abrir o cerrar el culto con ellos.

4. Prepare a su congregación para que adorare

Antes de que el culto comience, ¿su congregación suena como si estuviera en un estadio de fútbol? Eso solía molestarme bastante, especialmente después de que visité una iglesia coreana donde los adoradores entraban en silencio y oraban individualmente hasta que empezaba el culto. A pesar de que yo deseaba que ocurriera lo mismo en mi iglesia, me di cuenta que el ruido antes del culto era el sonido de una reunión familiar. Eso también me gusta escucharlo. Es una buena señal cuando los miembros de la iglesia se alegran de verse. También para ellos es espiritualmente saludable que quieran hablar entre sí, particularmente en una iglesia donde los miembros viven en lugares distanciados y por eso no se pueden ver entre semana.

Nuestra solución fue disfrutar de la reunión familiar antes del culto, para después tener una transición a un momento de silencio y así prepararnos para reflexionar. En resumen dije algo como esto: «Bienvenidos al culto de adoración al Señor Jesucristo resucitado. Este es el día del Señor. Y nuestro grandioso privilegio y responsabilidad en este día es adorarlo como su pueblo. Vamos a pasar los próximos momentos en silencio para preparar nuestros corazones y mentes para así adorarlo.»

Sin una guía, la mayoría de los adoradores no se prepararán para adorar. Recuérdeles lo que necesitan hacer, y separe un tiempo para que se preparen para eso.

5. Crea un llamado para adorar

La adoración comienza demasiado abrupta en algunas iglesias, incluso en algunas donde hay un momento de silencio antes de iniciar. «Bienvenidos a nuestra iglesia. Estamos muy contentos de que nos acompañe esta mañana, especialmente si nos está visitando. Por favor abran sus himnarios en la página…»

Un claro comienzo del culto de adoración que es conocido como «el llamado de adoración» ayuda a las personas a pasar de la preparación a la adoración real. Va más allá de la bienvenida y del anuncio del primer cántico. En lugar de eso, explícitamente notifica a las personas que la adoración ha iniciado para que así concentren su atención en la persona de Dios, y no solamente la siguiente actividad por realizar («Por favor abran sus himnarios en la página…»).

Hay algunos llamados de adoración en los Salmos, por ejemplo el Salmo 95.6–7:

«Venid, adoremos y postrémonos; doblemos la rodilla ante el Señor nuestro hacedor. Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado y las ovejas de su mano.»

Textos como estos funcionan como llamados de adoración. Pero también pueden servirle como una guía para que usted componga sus propios llamados de adoración. Observe que este texto es tanto un llamado para adorar al Señor como una razón para adorarlo. Estos son los sencillos y esenciales elementos de un llamado para adorar.

Este pasaje también muestra cómo la introducción de la adoración puede ser muy breve. Si bien este es bastante resumido, algunas veces un buen llamado de adoración se extiende hasta dos o tres párrafos cortos que empiezan con los eventos del mundo o la temporada y los traslada a un llamado y razones para adorar a Dios.

6. Introduzca sabiamente los nuevos cantos

Debido a que las congregaciones ocasionalmente descubren buenos himnos que antes eran desconocidos para ellos y debido a que siempre habrá gente que escriba nuevos cantos, el repertorio de adoración de cada iglesia siempre debe ampliarse. Si bien una iglesia saludable a menudo aprende cánticos nuevos, estos deben introducirse sabiamente. Si hay muchos cánticos nuevos que se introducen rápidamente, la experiencia puede ser algo abrumadora y hasta puede llegar a distraer a la congregación. Incluso un nuevo canto por mes es más de lo que muchas iglesias pueden soportar.

Pero el cuándo es tan importante como el cuán a menudo. El culto dominical pocas veces es el momento más apropiado para introducir un nuevo canto. Generalmente, para las personas es más difícil concentrarse en Dios cuando cantan una canción poco conocida que una más familiar. La adoración del culto del domingo en la mañana debería fluir fácilmente, y no pausadamente con la incertidumbre presente. Así que si debe introducir un nuevo canto el domingo en la mañana, pídale a una persona o a un grupo cantar parte o toda la canción para que así la congregación pueda escucharla antes de intentar cantarla. Mejor aún, enséñela por primera vez en otro culto, por ejemplo la noche del domingo o del miércoles o cuando se reúna su grupo pequeño. Conozco una iglesia bastante grande que se reúne en un lugar distinto al templo un domingo por la noche cada tres meses para cantar juntos, y es en ese momento cuando aprenden nuevos cantos. Se toman su tiempo para aprender acerca del trasfondo y la teología de la canción, cómo cantar las notas musicales, y también experimentan una ocasión única de comunidad. Es una hermosa forma de aprender nuevos cantos, y cuando se canta por primera vez el domingo en la mañana la mayoría de las personas no se confunden.

7. No oculte las ceremonias religiosas

Una creciente escuela de pensamiento ministerial piensa que la naturaleza del bautismo y la Cena del Señor hace que las personas no creyentes se sientan excluidas y que tales sentimientos provoca que no sean tan receptivos al evangelio. Como resultado, muchas iglesias voluntariamente realizan las ceremonias religiosas solamente en algunas ocasiones (por ejemplo en las reuniones entre semana) cuando no se espera un gran número de no creyentes. Pero las personas no creyentes deberían sentirse excluidas de la familia de Dios, porque esa es la realidad. Tanto Jesús como el apóstol Pablo se referían a ellos como «los de afuera» (vea Marcos 4.11; 1 Corintios 5.12–13; Colosenses 4.5 y Tesalonicenses 4.12). De hecho, a menudo el Señor utiliza estos sentimientos de separación de la vida y familia de Cristo como medios para crear deseos sobre lo que se están perdiendo.

Además, ambas ceremonias están diseñadas en parte para presentar el evangelio. Con respecto a la Cena del Señor, por ejemplo, 1 Corintios 11.26 dice: «Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que él venga.» Y la proclamación de la muerte del Señor es exactamente lo que las personas no creyentes necesitan. Muchos nunca están más atentos que como cuando observan a los nuevos creyentes testificar en el día de su bautismo acerca del poder salvador de Jesucristo. No rehúse compartir las bendiciones de las ceremonias del pueblo del Señor en su día, ni tampoco rehúse presentar el evangelio a los no creyentes por medio de estas ceremonias.

8. Comparta la declaración de fe de su congregación

En una ocasión, me invitaron a predicar en una iglesia bastante grande en un pueblo cercano a un área metropolitana. Le pregunté al pastor anfitrión cuál era la Declaración de Fe que su iglesia había adoptado. No lo sabía. Había formado parte del equipo por siete años y no sabía que creencias había confesado su iglesia. Además, ni siquiera estaba seguro de cómo poder averiguarlo. Después de las largas jornadas de investigación y de revisar documentos y publicaciones, finalmente encontró un documento que expresaba la declaración de la iglesia. Cuando ni siquiera los miembros permanentes del equipo conocen la declaración doctrinal de la iglesia, entonces ¿cuán importante cree usted que es para su iglesia la doctrina y la integridad de esa confesión?

Una manera de evitar que su iglesia olvide su Declaración de Fe es leerla en forma colectiva regularmente. Lean en voz alta un párrafo por semana y si es posible expliquen o ilustren brevemente su significado. Usted tal vez desee revisarla continuamente, o cada vez que terminen de leerla tal vez quiera hacer alguna pregunta (una o dos por semana), o un pacto o alguna declaración de fe como lo hicieron los apóstoles en la antigüedad, antes de regresar a su declaración doctrinal. Al hacerlo no solo mantendrá esos vitales documentos visibles, también llevará a cabo el mandato de Jesús de enseñar a su pueblo todo lo que él nos ha encomendado (Mateo 28.20).

9. Fomente la confesión colectiva de pecados

¿Cuándo fue la última vez que escuchó a alguien dirigir a la iglesia en un momento de oración durante el culto para confesar: «Señor, tanto como iglesia y como individuos hemos pecado contra ti, y por eso nos detenemos ahora para confesarte en silencio nuestros pecados y pedirte que nos perdones»? Los mismos elementos de la oración privada (tales como alabanzas, agradecimientos, peticiones, etc.) deberían estar presentes en las oraciones ofrecidas en nombre de la iglesia. Por eso, así como confesamos nuestros pecados cuando oramos en privado, deberíamos confesar nuestros pecados cuando oramos en forma colectiva. ¿Le parece? Pero ¿ocurre esto regularmente en su iglesia?

Aquí no me refiero a que el líder de oración siempre debería intentar nombrar los pecados cometidos por toda la iglesia. Eso debería hacerse solamente cuando la iglesia concuerda en haber cometido algún pecado en particular. Tampoco quiero decir que la confesión de pecados en privado es menos importante que aquella cuando estamos en un culto de adoración. Por el contrario, quiero enfatizar que así como la adoración privada generalmente se caracteriza por la confesión de pecados y la petición de perdón, el mismo espíritu debería marcar nuestro culto de adoración a Dios cuando estamos todos los hermanos reunidos.

Las palabras originalmente inspiradas por el pueblo de Dios para usar en la adoración colectiva (es decir los Salmos) nos enseña por ejemplo a orar de esta forma (vea el Salmo 51, como ejemplo). El Padre Nuestro la oración dada por Jesús (en Mateo 6.9–13) es otro ejemplo. En cualquier momento que oremos esto en la iglesia, le decimos al Señor todos juntos «perdona nuestras deudas». Además, en una época cuando la palabra pecado apenas se menciona en el culto de adoración, una expresión pública de humildad ante el Señor como la confesión de pecados y la petición de que nos perdone puede ser una forma de declarar la necesidad de las personas en hacer lo mismo.

10. Utilice las Escrituras como base para sus oraciones rutinarias

Un día asistí a un culto de adoración un domingo por la mañana donde se le pidió a «Juan» que orara, algo que había hecho muchas veces en esa iglesia. Conforme hablaba, un niño de cinco años que estaba cerca del frente comenzó a orar con él y repetía las mismas palabras de Juan. Como si fuera un dúo de oración, los dos continuaron como si estuvieran recitando el Padre Nuestro, excepto que usaban «la oración de Juan». Juan repetía la misma oración tan a menudo que un niño de tan solo cinco años era capaz de recitarla.

Todos nosotros hemos escuchado —y tal vez ofrecido— oraciones «espontáneas» durante el culto de adoración. Cualquier situación repetitiva de oración tiende a producir una oración repetitiva. Por ejemplo, cuando hacía la oración pastoral en el culto de adoración cada semana, me sentía tentado a repetir las mismas palabras y frases ya que el propósito y las metas de esa oración eran casi siempre idénticas. Y la verdad es que el número y tipo de situaciones de oración (tales como el principio o final del culto, antes de las ofrendas, etc.) del culto rara vez cambian.

Así que si se cambia el contenido de estas oraciones rutinarias, podría afectar inmediata y notablemente el culto de adoración. Y no hay mejor forma para cambiar continuamente su contenido que «basarlas en las Escrituras». Seleccione una parte o toda la oración presente en algún pasaje de la Biblia (aquí incluyo los Salmos) para expresar en las oraciones públicas. Por ejemplo, si quiere orar utilizando el Salmo 23, después de leerlo comenzar su oración con: «Señor, te agradecemos por ser nuestro Pastor. Verdaderamente eres el Buen Pastor. Por favor pastorea nuestra iglesia, especialmente en el problema de _________.» Continúe así hasta que llegue al final del capítulo o sintió que ya era tiempo de concluir la oración. Otra opción es orar utilizando varios versículos de una de las epístolas, al igual como los Salmos, utilice el pasaje como el patrón de lo que le ofrece al Señor en nombre de la congregación.

Al utilizar este método no solo orará sobre los asuntos que usted siempre menciona en estas situaciones normales, sino también pedirá por ellos en formas tan estimulantes como nunca antes lo había expresado. Además, las Escrituras lo incitarán a orar sobre los asuntos importantes que de otra forma no hubiera mencionado. Ningún otro enfoque genera dicho potencial para cada oración ofrecida en el culto —desde la oración pastoral hasta aquella que es inspirada en el momento por parte de algún miembro— para que esta sea fresca y vivaz y llena del poder de la Palabra de Dios.

Usted podría incorporar algunos de estos cambios en su culto de adoración el próximo domingo. Algunos de ellos hay que discutirlos y coordinarlos primero con los otros líderes. Otros requieren de algún tipo de enseñanza y hasta quizá una explicación en el culto del domingo en la mañana antes de ponerlo en práctica. Pero, sin importar el orden en que los incorpore, ¡qué el Señor lo bendiga con su sabiduría y gracia para ir un paso más allá. Él merece la mejor adoración que su iglesia pueda ofrecer.

La mejor adoración para el Señor, Parte I

La mejor adoración para el Señor, Parte I
por Donald S. Whitney
¿Siente que los cultos de su iglesia necesitan una «reforma» en los aspectos de alabanza y adoración? ¿Cree usted que sus hermanos en Cristo podrían ser mejores adoradores? La verdad es que muchas iglesias podrían mejorar dramáticamente la calidad de sus cultos de adoración si hicieran algunos cambios relativamente simples...

Viajo constantemente debido a mi ministerio de predicación y enseñanza, por esa razón, la mayoría de los domingos del año adoro al Señor en una iglesia diferente. Mis experiencias en las iglesias de toda la nación, así como mis años como profesor de un curso sobre adoración en un seminario, me hicieron reflexionar bastante acerca de la adoración que recibe Dios en las iglesias locales.

Una de las observaciones que he hecho es que muchas iglesias podrían mejorar dramáticamente la calidad de sus cultos de adoración si hicieran algunos cambios relativamente simples. Después de un cuarto de siglo en el ministerio pastoral y en la dirección de cultos de adoración, descubro la razón por la cual los cambios «sencillos» algunas veces son difíciles de llevar a cabo. Sin embargo, si usted, como líder, percibe la necesidad de «refrescar» la adoración, debería considerar estas recomendaciones porque:

a. Cada una de ellas están basadas directa o indirectamente en la Biblia.

b. Son lo suficientemente específicas como para ponerlas en práctica.

c. Pueden ser adaptadas en cualquier iglesia, sin importar su tamaño, ubicación, cultura, o estilo de adoración.

1. Concéntrese en Dios en cada uno de los elementos del culto de adoración

El culto es, por definición, la adoración a Dios. Así que ¿por qué usted incluiría un elemento en su culto de adoración cuyo enfoque no fuera Dios? Examine el orden de su culto y pregúntese en cada parte: «¿Esto se enfoca en Dios?» Si no es así, elimine ese elemento o llévelo a cabo al principio o final del culto. Si bien elementos como los anuncios, las bienvenidas a los visitantes y el saludo entre los hermanos se han ganado su justo lugar, deberían realizarse de tal forma que no hagan que las personas dejen de enfocarse en el Señor. Prográmelos antes o después de haber tenido un tiempo donde Dios es el enfoque exclusivo.

2. Tenga una base bíblica clara para cada elemento del culto de adoración

Revise una vez más el orden del culto y en cada elemento pregúntese: «¿Existe una base bíblica para realizar esto durante el tiempo de adoración?» (Un elemento de adoración es una actividad de adoración como cantar, predicar, orar, etcétera. Esto difiere de una circunstancia de adoración, tales como la hora en que empieza el culto, su duración, el color de la alfombra, si tienen o no aire acondicionado o micrófonos, etcétera. La Biblia no dice nada al respecto de estos asuntos, pero sí aborda las actividades de adoración.)

No haga afirmaciones como «La Biblia nos dice que alcancemos a las personas, y creo que este aspecto de nuestro culto nos ayuda a realizar eso». Usted requiere un fundamento bíblico más fuerte que ese. Dios sabe mejor que nosotros cómo quiere ser adorado, y no debemos por qué adivinar lo que él desea que hagamos. Llegue hasta la presencia del Señor con la seguridad de que existe un mandato, ejemplo o una clara inferencia bíblica que apoye cualquier actividad de adoración que usted realice en el culto. Deje de llevar a cabo cualquier parte de su adoración pública que no tenga un sólido fundamento bíblico. Si las iglesias practicaran tan solo estos dos principios, la adoración tendría una gran reforma.

3. Ofrezca «a Dios un servicio aceptable [es decir adoración] con temor y reverencia» (Hebreos 12.28)

La Biblia no solo nos dice el «porqué» de la adoración, sino también el «cómo». La adoración que es aceptable para Dios involucra más que solo hacer las cosas correctas. También significa ofrecerlas «en la fe» (Hebreos 11.4), «en espíritu» (Juan 4.24), y «en reverencia y temor». Y si bien no se puede obligar a una persona a tener estas actitudes, el líder de adoración sí puede ayudar a desarrollar una atmósfera de «reverencia y temor».

Cultive una seria búsqueda de Dios; elimine cualquier impertinencia o superficialidad en el culto de adoración. Sonría, incluso ría cuando pareciera que Jesús hubiera hecho lo mismo. El gozo espiritual al experimentar al Señor es bueno y testifica sobre nuestro deseo de conocer de Dios, pero no permita que se confunda el gozo genuino con la frivolidad de un chiste, una rivalidad deportiva dentro de la iglesia, o el diseño de la corbata de algún hermano. Una de las mejores formas de nutrir la «reverencia y el temor» entre los adoradores es simplemente asegurarse de que cada elemento del culto enfoque su atención en Dios (vea la recomendación número uno).

4. Predique expositivamente

Muchos creyentes de la Biblia piensan que predican la Biblia cuando no lo hacen. Hay una diferencia entre la predicación que es consistente con la Biblia y la predicación que evidentemente proviene del texto. Por ejemplo, una persona dice que el Salmo 23 será su texto, pero luego predica sobre la importancia del bautismo y lo malo que es el aborto. Puede que esta persona proclame una verdad que es consistente con la Biblia, pero no está predicando el mensaje del Salmo 23.

Si bien algunos podrían diferir sobre los detalles de las definiciones de la predicación expositiva, Mark Dever lo hace en forma simple, memorable y consistente con las demás definiciones: «La predicación expositiva es aquella predicación que toma como punto para el sermón el punto de un pasaje en particular de la Escritura» (Mark Dever, Una iglesia saludable, Publicaciones Faro de Gracia). Los predicadores, sin importar que su pasaje sea un solo texto, un párrafo, o un capítulo entero de la Biblia, predican de tal forma que sus palabras son obviamente expositivas, ilustrativas, y se aplican al punto de ese pasaje.

5. Ocúpese «en la lectura de las Escrituras» (1 Timoteo 4.13)

Me asombra cómo muchas personas que pelean (y justamente) por la infalibilidad de la Biblia no la leen en público, excepto quizá el breve texto que utilizan para su sermón. He observado que irónicamente en las iglesias más conservadoras es donde a menudo se ignora el mandato de ocuparse «en la lectura de las Escrituras», a pesar de sus repetidas afirmaciones de fe en la Palabra de Dios y de su deseo de obedecerla. Asimismo, es común que las iglesias más liberales, debido a su uso tradicional de la lectura bíblica, tengan cuatro lecturas (una del Antiguo Testamento, otra de los Salmos, otra de los Evangelios, y otra de las Epístolas) en cada culto dominical. Si bien el pastor después de eso podría levantarse para predicar y de hecho negar lo que acaban de leer, se habla más de la Palabra de Dios que en muchas iglesias que se enorgullecen de su postura con respecto a las Escrituras.

Una de las formas más fáciles de inculcar la lectura de las Escrituras es leyendo consecutivamente los libros de la Biblia. Escoja un libro y lea un capítulo cada semana. Si un capítulo es particularmente extenso, lea la mitad esa semana y la otra la siguiente. Si no obedecemos este mandato bíblico de la lectura de las Escrituras como una actividad de adoración, entonces ¿cuántas personas de su congregación nunca encontrarán el mensaje de la Palabra de Dios en, digamos, Malaquías, a menos que usted lo lea?

Por cierto, también aprenda a leer las Escrituras expresivamente. Practique. Haga pausas. Cuando escuche a las personas de la radio que leen natural pero convincentemente, identifique y aprenda los detalles que hacen que sea fácil escucharlos. Lea la Biblia de tal forma que refleje «reverencia y temor» por el Señor y su Palabra. Cuando se leen bien las palabras, estas llaman la atención. Cuando se hace en forma pobre y flojamente, no.

6. ¡Ore!

Hace poco, estuve en un culto que duró una hora y quince minutos y en el cual hubo solo dos minutos de oración. Un amigo me contó que asistió a una iglesia evangélica bastante conocida en donde hubo dos palabras de oración que duraron menos de treinta segundos. La adoración sin oración es una contradicción, pero es muy común en la iglesia evangélica contemporánea. Si bien es cierto que los no creyentes presentes en el culto considerarán que la oración es aburrida, ¿por qué deberíamos dejar que los muertos espiritualmente dicten la vida de oración del cuerpo de Cristo? ¿Puede imaginarse a los apóstoles y a la iglesia primitiva adorando sin orar? Si la oración no es adoración, entonces ¿qué es?

Mientras piensa en reconstruir la vida de oración pública de su iglesia, tenga presente que la experiencia de adoración de cada persona probablemente podría mejorar con una breve sesión de capacitación sobre cómo orar públicamente.

7. Haga una buena transición entre los elementos de la adoración

Esta es una aplicación de las palabras inspiradas del apóstol Pablo: «Pero que todo se haga decentemente y con orden» (1 Corintios 14.40), el cual es un mandato en un pasaje que habla sobre la adoración. Sin una decente y ordenada transición, muchos elementos de adoración a menudo quedan sin ninguna conexión en el culto. Cantamos un himno y luego nos dicen: «Y ahora vayamos a la página 227». Si hubiera una buena transición entre aquellos dos himnos explicando el porqué cantamos el himno de la página 227, sería de gran ayuda para adorar mejor a Dios mientras cantamos.

A la hora de hacer transiciones, recuerde que entre más breve mejor. Cuando las planee, piense en una oración o un párrafo máximo. Y sobre todo piense en el «propósito y flujo». En otras palabras, en la forma más concisa posible, ayude a que la adoración fluya de un elemento al otro, esto lo puede hacer al dar una razón para el siguiente elemento. Por ejemplo, después de haber cantado Sublime Gracia, usted podría hacer una transición al decir: «Sigamos adorando a nuestro misericordioso Dios ahora cantando el número 165, Gracia Admirable.» En esa única oración le ha dicho a la congregación lo que hay que hacer después (prepárense para cantar el himno número 165) y la razón por la cual lo cantamos (hemos escogido este himno porque queremos seguir adorando a Dios por su gracia) y, en cierta forma, ha ayudado que los pensamientos de las personas fluyan de un elemento al otro sin perder el enfoque en Dios.

No todos los elementos necesitan una transición (el sermón, por ejemplo) ni tampoco todas las transiciones necesitan hacer referencia a la actividad anterior. Después de cantar un himno, sería apropiado decir: «Tomen su Biblia y vayamos a Mateo 10. La Biblia nos dice que nos ocupemos "en la lectura de las Escrituras" y por eso leemos la Palabra de Dios públicamente en el día del Señor. Nuestra siguiente lectura se encuentra en el libro de Mateo capítulo diez. Por favor escuche mientras comienzo leyendo en el versículo uno.» De esta forma, las buenas transiciones también pueden recordarnos que hay razones para hacer lo que hacemos en la adoración.

Usted sí desea mejorar los cultos de adoración en su iglesia, ¿verdad? Entonces considere las siguientes recomendaciones:

8. Haga todo lo que pueda en forma colectiva

Nuestra cultura saturada de entretenimiento se ha infiltrado en la iglesia. En muchas de ellas, la adoración colectiva de Dios ha sido degradada a un desfile de presentaciones individuales religiosas. He asistido a cultos donde la congregación canta tan solo dos veces mientras que escuchan a media docena de presentaciones musicales. No permita que los solos, grupos pequeños, y/o coros caractericen la adoración de su iglesia en lugar de que todos levanten su voz en adoración a Dios.

La adoración bíblica involucra a toda la congregación, impulsada por los líderes de adoración, y la cual se enfoca y responde a Dios. Cada creyente presente debería involucrarse en la adoración, no observarla. Así que todos canten alabanzas a Dios, lean las Escrituras juntos algunas veces (si pueden en forma intercalada), y oren juntos (oren el Padre Nuestro, en grupos pequeños, o coloque micrófonos en distintos lugares para todos aquellos que desean orar en forma pública). Nunca permita que la adoración se convierta en una experiencia ajena donde la mayoría de la congregación solamente observa a unos cuantos en el altar que, en el mejor de los casos están adorando, y en el peor están haciendo tan solo una presentación artística.

9. Haga que la congregación tenga acompañamiento musical, y no a la inversa

En algunas iglesias que he visitado la música es tan ruidosa que no puedo ni siquiera escucharme cantar, y mucho menos escuchar a la congregación. Algunos salmos proveen evidencia bíblica de que en ocasiones es apropiado que la música de adoración sea fuerte. Pero recordemos nuestras prioridades: los músicos están ahí para acompañar a la congregación y no lo contrario. Además, los tambores son especialmente problemáticos en este tema. Si los tiene, no permita que dominen la música.

10. Todas las semanas, evalúe, junto a otros líderes, el culto de adoración.

En al menos dos ocasiones he participado en la reunión semanal de la evaluación de la adoración del equipo y líderes laicos (a menudo con sus cónyuges) de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, D.C. En una reunión casual todos los domingos por la noche, se le pide a cada persona que comente brevemente cada uno de los elementos de los cultos de adoración de ese día. El resultado es una constante vigilancia y cuidado de la calidad de su experiencia de adoración. La evaluación también fomenta una constante reflexión e intencionalidad de todo lo expresado en los cultos. Como resultado secundario, algunos de los futuros líderes de adoración (es decir, los aprendices) obtienen un entrenamiento sin paralelo en la teología y práctica de la adoración.

Personalice la idea conforme a su propia situación. Tal vez la noche del domingo no es una buena opción para ustedes, pero si se espera demasiado la memoria no estará tan fresca. Quizá en lugar del equipo y aprendices usted necesite escoger a ciertos líderes laicos de confianza, o incluso a un grupo temporal para cada reunión. Asegúrese de involucrar la mayor cantidad de líderes de adoración lo más a menudo posible ya que todos necesitan reforzar o re-direccionar algo ya sea ahora o después. Algunas veces escuchar a más de una persona hacer la misma afirmación o algún comentario familiar hace que el líder tenga una impresión más profunda. Claro que se sorprenderá y desilusionará debido a algunos comentarios de esa noche, pero con el tiempo verá mejoras en su culto de adoración que difícilmente hubiera pensado si no hubiera sido por esta actividad.

Si algo vale la pena hacer bien, es la adoración de nuestro glorioso Dios. Si algo en la vida de la iglesia vale la pena el costo de la reformación, es la adoración de nuestro Dios santo. No deberíamos esperar a ver cambios en la adoración sin que haya oración y la obra del Espíritu Santo, pero tampoco deberíamos esperar a ver nuestra adoración mejorada sin que antes no haya una iniciativa.

Música y adoración

Música y adoración
por Ricardo C. Leonard
No es de sorprenderse que la música jugara un papel importante en la adoración de las comunidades bíblicas, como una forma de abordar el misterio de Dios y expresar el gozo de su presencia. La música inafecta poderosamente la experiencia humana. Estudiosos han reconocido que la música trasciende nuestro entendimiento y ...

La música inafecta poderosamente la experiencia humana. Personas que estudian el fenómeno religioso han reconocido desde hace mucho que la música trasciende nuestro entendimiento y apela a nuestra naturaleza intuitiva. Entonces no es de sorprenderse que la música jugara un papel importante en la adoración de las comunidades bíblicas, como una forma de abordar el misterio de Dios y expresar el gozo de su presencia. Este artículo discute el papel de la música en la adoración de Israel y de la iglesia primitiva para así establecer un fundamento bíblico para la música en la adoración cristiana de hoy en día.

La música en la adoración israelita

Los profetas israelitas eran músicos. Durante el éxodo, Miriam la profetisa, tomó su tamborín, dirigió a las mujeres en cantos y danzas, y celebró el triunfo del Señor sobre los egipcios (Ex 15.20–21). Saúl se encontró con un grupo de profetas del santuario que profetizaron acompañados de instrumentos (1 Sa 10.5). Isaías compuso varios cantos, entre ellos uno que celebra la liberación del Señor para aquellos que confían en él (Is 26.1–6). El pueblo se refería a Ezequiel como «uno que tiene voz hermosa y toca bien un instrumento» (33.32).

David, músico y guerrero, estableció el lugar de la música en la adoración del Señor. Incluso antes de que los sacrificios se realizaran en Jerusalén, David instruyó a los músicos levitas a que celebraran el viaje del arca a Sión (1 Cr 15.16–24), y escogió a Asaf como músico principal a cargo del agradecimiento y alabanza continua (1 Cr 16.1–7). La descripción de esta actividad (1 Cr 25.1–7) sugiere que estos músicos dirigieron el flujo espontáneo e irresistible de la adoración, especialmente en momentos trascendentales como la dedicación del templo de Salomón (2 Cr 5.11–14). Este podría ser el «cántico nuevo» al que los Salmos se refieren (33.3, 40.3, 96.1, 144.9, 149.1). Muchos salmos quizá se originaron en esta adoración davídica que se centraba alrededor del arca del pacto ya que aún no existía el templo.

En el templo, la música funcionaba como un «sacrificio de alabanza», una ofrenda de cantos que acompañaba la ofrenda de sacrificio. Bajo la supervisión judía, la música se empezó a regular y a estandarizar. Los títulos de cincuenta y cinco salmos se refieren al músico principal, con instrucciones para tocar varios instrumentos o utilizar ciertos notas. Este uso de salmos se mantuvo como una característica de la adoración israelita y judía. Después del exilio, Esdras reclutó a más de doscientos levitas para servir en el santuario (Esdras 8.18–20). Fuentes judías del primer siglo indican que el coro del templo de Herodes gozaba al menos de doce voces masculinas adultas, y no había límite en el cupo de cantores. Los cantores servían entre las edades de los treinta y cincuenta años, después de haber recibido un periodo de entrenamiento de cinco años. Las fuentes también describen los instrumentos que se utilizan en ese tiempo.

Después del exilio babilónico, la mayoría de los judíos vivieron en la dispersión (áreas en las afueras de Palestina) y no podían participar de la adoración en el templo. Por eso la sinagoga surgió como un lugar para orar y estudiar las Escrituras. Los Salmos se continuaron cantando, así como otras porciones de las Escrituras y oraciones según un sistema de desarrollo de «modos». Dicha música judía influenció la adoración de la iglesia primitiva.

La música de adoración israelita eran tanto vocal como instrumental; la orquestra del santuario contribuía a la celebración del pacto de Israel con el Señor. Sus instrumentos formaban parte de las mismas clases generales que todos nosotros conocemos: percusión, vientos (flautas) y cuerdas. Se usaron cuernos, trompetas, címbalos, harpas y liras cuando se trajo el arca del Monte Sión, y su uso continuo se refleja en su mención en los Salmos. No se interpretaban solos en el santuario sino que todos los instrumentos sonaban simultáneamente para llamar a la congregación a adorar (Salmo 98.6). Las cuerdas y las flautas, si se usaban, probablemente interpretaban las modalidades (los elementos de tono) del salmo que se cantaba, con quizá patrones distintivos de arreglos. Los cuernos, las trompetas y los címbalos se agregaban al gozo festivo al crear un sonido más fuerte. El selah de los Salmos podría ser un interludio instrumental, o una nota que se elevaba que interpretaban los cantores e instrumentistas. Las mujeres generalmente tocaban los tamborines y estos se mencionan cuando hay danza involucrada en los festivales israelitas (Salmo 68.25), pero no se usaban en el santuario donde solamente los hombres servían como sacerdotes y músicos.

¿Cómo sonaba la música de adoración que interpretaban los israelitas? Si bien hoy en día no podemos saber con certeza cómo sonaba, investigaciones recientes han confirmado la similitud entre la música hebrea y las formas antiguas de los cantos cristianos. La música bíblica incorporaba varios rasgos característicos:

  • Sonidos monofónicos: el uso de una línea melódica sin armonía —aunque los arreglos y el acompañamiento instrumental podría crear una forma primitiva de armonía.
  • Modalidad: se refiere al uso de varias secuencias de notas musicales dentro de cierta escala, cada una de ellas desarrolla su propia función.
  • Arreglos: el uso de elevaciones ajustadas a la destreza del intérprete.
  • Ritmo: La música semita no usa el tiempo regular de la música occidental moderna sino un patrón más complejo de estructura de su tiempo.
  • Escala: La música semita sigue una melodía generalmente diatónica, pero a veces usa intervalos de cuatro tonos así como tonos enteros o medios tono.
  • Improvisación: la práctica de componer música mientras se interpreta usando las destrezas adquiridas a través de un largo periodo de entrenamiento.
  • Antífona: En la música antifonal, un grupo de intérpretes le responde a otro, uno pregunta y el otro responde. Encontramos varios ejemplos bíblicos de este tipo en los Salmos (Salmos 24 y 118) y en la declaración de «Santo, santo, santo» del serafín de Isaías (Isaías 6.3), una visión que sin duda influenció los cantos de los coros sacerdotales. Este último rasgo sugiere que la congregación, así como los músicos entrenados, quizá estaban involucrados en las respuestas musicales del culto.

La música de adoración en el Nuevo Testamento

La adoración del emergente movimiento cristiano no produjo nuevas formas de música, sino que presentaba las mismas características descritas anteriormente, muchas de las cuales todavía encontramos en la música de las liturgias históricas. Claramente, la vida de adoración de la iglesia primitiva incluía salmos y otras formas de cantos.

El Nuevo Testamento menciona la música de adoración en varios pasajes. La historia del evangelio comienza con un himno de alabanza en los labios de huestes celestiales, «Gloria a Dios en las alturas» (Lucas 2.14). Cuando Jesús leyó a Isaías en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4.16–20), probablemente lo recitó según la costumbre de ese tiempo. Los Evangelios registran que Jesús y sus discípulos cantaron un himno después de la última cena (Mateo 26.30; Marcos 14.26), probablemente el «Gran Hallel» (Salmos 113–118) de la tradición de la Pascua. Lucas registra que Pablo y Silas cantaban himnos en la prisión en Filipo cuando de repente empezó un terremoto (Hechos 16.25). Pablo exhorta a los cristianos de Éfeso y Colosas a dar gracias a Dios con «salmos e himnos y cánticos espirituales» (Efesios 5.19; Colosenses 3.16). Al describir la congregación de la iglesia de Corinto, Pablo recalca que «cada cual aporte un salmo» (1 Co 14.26) el cual debe armonizar con las contribuciones que los demás adoradores han expresado en el culto. Quizá estos «salmos» eran los salmos bíblicos, mientras que los «himnos» quizá eran música cristiana en honor a Cristo y los «cantos espirituales» expresiones de adoración más espontáneas.

Lucas cita varios himnos en los primeros capítulos de su Evangelio. Además de Gloria en las alturas, mencionado anteriormente, Lucas incluye el Magnificant o Canto de María (1.46–55), el Benedictus o Canto de Zacarías (1.67–79) y el Nunc Dimittis o Canto de Simeón (2.29–32). Aunque estas figuras pronunciaron estas palabras en el nacimiento de Jesús, estos himnos se empezaron a usar en la adoración cristiana en un periodo temprano. Pablo cita lo que quizá es otro canto, «Despierta, tú que duermes» en Efesios 5.14. Algunos eruditos han sugerido que otros pasajes en las epístolas paulinas son la base para algunos himnos cristianos primitivos en honor a Cristo, como por ejemplo Filipenses 2.6–11, Colosenses 1.15–20 y 1 Timoteo 3.16. Dichos himnos quizá se compusieron para reforzar la enseñanza cristiana acerca de la naturaleza de la dignidad mesiánica de Jesús. El himno Hosanna que las multitudes entonaron en la entrada triunfal de Jerusalén (Marcos 11.9; basado en Salmo 118.29) se convirtió en parte de la celebración de la eucaristía cristiana histórica.

La expresión musical de la adoración cristiana alcanza su clímax nuevo-testamentario en los himnos del Apocalipsis de Juan. En la visión de Juan, alabanzas ante el trono de Dios acompañan el desenvolvimiento dramático de los eventos en la tierra. Estos himnos glorifican al Creador (4.11), proclaman el valor del Cordero (5.9–10; 5.12), exaltan tanto al Padre como al Hijo (5.13; 7.10; 7.12), celebran el triunfo de Dios sobre los enemigos de su pueblo (11.6; 11.17–18; 12.10–12; 19.1–3; 19.6–8), y proclaman su justicia (15.3–4; 16.5–7). Otros cantos adicionales celebran la derrota de la ciudad infiel, perseguidor de los santos (capítulo 18). Los cuatros seres vivientes que aparecen en la visión de Ezequiel inician esta exhibición de alabanza al cantar palabras derivadas de la visión de Isaías en el templo (Apocalipsis 4.8). Se expande e incluye a los ancianos del pueblo del pacto, las huestes celestiales, y con el tiempo a todas las criaturas. Quizá estos himnos reflejan la práctica real de adoración de la iglesia que estaba cerca del final del primer siglo. Si así es, Apocalipsis ofrece una ventana no solo a los juicios de Dios en la tierra sino también al desarrollo de la liturgia y el uso de himnos cristianos.

El Nuevo Testamento no suple suficientes detalles para reconstruir el contenido musical exacto del desarrollo de la adoración cristiana. Deberíamos evitar la tentación de proteger las prácticas de los siglos más modernos y regresar a los de los tiempos bíblicos. Una de las preguntas es a qué grado las prácticas musicales israelitas, entre ellas el uso de instrumentos, ofrecen una pista sobre lo que se creía que era apropiado en la iglesia del Nuevo Testamento. Dado que las escrituras hebreas en ese periodo todavía eran la autoridad para enseñar y practicar (1 Timoteo 3.16–17), sus amplios principios con respecto a la música seguramente se mantuvieron como la norma. La joven iglesia era una comunidad perseguida, y no podía aplicar todos los recursos de la celebración bíblica a sus reuniones de adoración. No obstante, la evidencia muestra que la música jugó un papel vital en la adoración de la emergente comunidad cristiana.