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sábado, 25 de agosto de 2007
La mejor adoración para el Señor, Parte III
La mejor adoración para el Señor, Parte II
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por Donald Whitney
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![]() La respuesta tan entusiasta que hubo hacia el artículo La mejor adoración para el Señor me animó a escribir una serie. Si usted aún no lo ha leído, lo invito a hacerlo antes de leer esta segunda parte. Para leer el primer artículo de la serie haga click AQUÍ 1. Planee un culto de adoración solo para aquellos que pueden adorar Muchas iglesias planean sus cultos de adoración como si los no creyentes pudieran adorar. Sin embargo, el apóstol Pablo deja en claro en 1 Corintios 12.3 que «…nadie puede decir que Jesús es el Señor, excepto por el Espíritu Santo». Obviamente que cualquier persona puede expresar dichas palabras pero a menos que el Espíritu Santo more en ella no puede decir tales afirmaciones como una expresión sincera de verdadera adoración. En otras palabras, aquellos que no conocen a Jesús como Señor (y por tanto no tienen el Espíritu Santo) no pueden adorar a Dios, así que ¿por qué designar un culto de adoración a Dios con aquellos incapaces de adorar? Planeamos cultos y eventos evangelísticos para los no creyentes, los cultos de adoración son para los creyentes. En esta misma epístola a la iglesia de Corinto, el apóstol criticó algunas de las prácticas de adoración y les preguntó: «Por tanto, si… entran algunos sin ese don o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?» (1 Corintios 14.23). Se puede hacer cualquier comentario sobre este pasaje, si bien Pablo consideraba la entrada de incrédulos al culto de adoración como una posibilidad, claramente esperaba que la adoración ocurriera en una reunión de creyentes. Y después de que Pablo instruyera a los creyentes de Corinto un poco más sobre los elementos de adoración, concluyó: «Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia» (1 Corintios 14.26 NVI) [cursivas añadidas]. De esta forma, la adoración a Dios es un evento que ocurre dentro el círculo de los de la iglesia de Dios. Si bien es cierto que es bueno estar concientes de la presencia de no creyentes cuando adoramos, no deberíamos planear cultos de adoración para ellos. 2. Mantenga la tecnología bajo control Con esto me refiero principalmente al uso de la tecnología audio-visual computarizada en los cultos de adoración. Sea cauteloso de su poder seductor. Si bien la tecnología puede ser útil y eficaz, las ilimitadas posibilidades de experimentar con ella puede abarcar el tiempo que hubiera sido mejor utilizado a la hora de preparar el contenido de dicha presentación. A menudo es más divertido preparar una presentación de PowerPoint que un sermón. Pero el resultado puede ser una deslumbrante presentación de un pobre mensaje. Asegúrese de que la tecnología haga que las personas presten atención al mensaje, y no a la presentación en sí. Usted no quiere que la tecnología cautive a las personas de su congregación al punto de que se pregunten cómo desarrolló tan brillante presentación de PowerPoint en lugar de absorber el mensaje. También tenga cuidado de que las herramientas no distraigan la atención que se debería poner en el mensajero. El Espíritu de Dios se derrama sobre las personas y no sobre la tecnología. Así que asegúrese de que el equipo y los programas sirvan y fomenten la relación humana entre el mensajero y los receptores en vez de despersonalizarla. También esté atento a que un espíritu de profesionalismo no acompañe al creciente uso de la tecnología y desarrolle una mentalidad de presentaciones en aquellos que la usan. Es fácil convertirse extremadamente dependiente de la tecnología audio-visual. Conforme crezca la influencia de la tecnología en nuestra cultura, así su uso en la iglesia puede demandar mucho más tiempo y recursos (humanos y económicos). Es cierto que la tecnología pobremente utilizada puede distraer tanto como la que es exagerada. Incluso con un sistema audio-visual de tecnología de punta, la adoración es imposible cuando hay ruido que molesta los oídos o una búsqueda desenfrenada de diapositivas para encontrar la correcta. Los técnicos necesitan ser tan diestros como los músicos y otros líderes de adoración. Pero si este último puede llamar demasiado la atención hacia su rol en el culto de adoración, así también puede el primer grupo. No se ponga en una posición donde un problema técnico, una falla en el disco duro, o una ausencia inesperada arruine el culto de adoración a Dios en su iglesia. Nota: Si su culto de adoración sale al aire por algún canal o por Internet, mantenga todas las cámaras en la parte de atrás (y lo más inmóviles posible), incluso si esto reduce significativamente la calidad de su «producción». Su responsabilidad es la experiencia de adoración de los presentes y nunca sucumbir ante la seducción de la «excelencia» de la experiencia de aquellos que verían el programa. Nada puede distraer más nuestra atención de Dios que un camarógrafo que se mueve de aquí para allá durante el culto de adoración. Y nada comunica más la impresión de que las personas están observando un programa en lugar de una experiencia de adoración que la presencia de las cámaras en medio de los adoradores y los líderes de adoración. 3. Pase los anuncios, bienvenidas y tiempo de saludos al principio o final del culto Históricas Confesiones de Fe como la de Westminster (1647) y la Segunda Confesión Bautista de Londres (1689) han reconocido que hay «acciones que son comunes en todas las sociedades humanas» las cuales se permiten en la adoración pero bajo la guía de las «reglas generales» de la Escritura. Todas las «sociedades humanas», entre ellas la iglesia, deben tener anuncios. No siempre es posible imprimir los anuncios, y hay algunos que son tan importantes que requieren de un énfasis verbal. Generalmente, el mejor tiempo para anunciar los asuntos importantes es cuando la mayor parte de la sociedad está presente. En la iglesia, ese tiempo es el culto de adoración. También es «común en todas las sociedad humanas» —entre ellas la iglesia— darle la bienvenida a los invitados de la reunión de la sociedad. Además, muchas iglesias tienen la costumbre de saludarse unos a otros durante el transcurso del culto, y algunos encuentran una base bíblica para esta actividad en varios textos como por ejemplo Romanos 16.16, «Saludaos los unos a otros con un beso santo.» En cualquier grado, sería muy difícil afirmar que estas actividades se enfocan en Dios tanto como los elementos de adoración como por ejemplo la lectura de la Palabra, la oración, y los cantos que alaban al Señor. Por eso, con el fin de no provocar que las personas dejen de enfocarse en el Señor, pase los anuncios, las bienvenidas y los saludos para el principio o para el final del culto. Algunos dirán que los anuncios, etc., antes del culto los distraerá de la preparación de adoración. Otros protestarán que si los pasan al final se disminuirá el impacto del sermón. Pero algunos anuncios son inevitablemente necesarios e interrumpir el flujo de la adoración por causa de ellos es peor que abrir o cerrar el culto con ellos. 4. Prepare a su congregación para que adorare Antes de que el culto comience, ¿su congregación suena como si estuviera en un estadio de fútbol? Eso solía molestarme bastante, especialmente después de que visité una iglesia coreana donde los adoradores entraban en silencio y oraban individualmente hasta que empezaba el culto. A pesar de que yo deseaba que ocurriera lo mismo en mi iglesia, me di cuenta que el ruido antes del culto era el sonido de una reunión familiar. Eso también me gusta escucharlo. Es una buena señal cuando los miembros de la iglesia se alegran de verse. También para ellos es espiritualmente saludable que quieran hablar entre sí, particularmente en una iglesia donde los miembros viven en lugares distanciados y por eso no se pueden ver entre semana. Nuestra solución fue disfrutar de la reunión familiar antes del culto, para después tener una transición a un momento de silencio y así prepararnos para reflexionar. En resumen dije algo como esto: «Bienvenidos al culto de adoración al Señor Jesucristo resucitado. Este es el día del Señor. Y nuestro grandioso privilegio y responsabilidad en este día es adorarlo como su pueblo. Vamos a pasar los próximos momentos en silencio para preparar nuestros corazones y mentes para así adorarlo.» Sin una guía, la mayoría de los adoradores no se prepararán para adorar. Recuérdeles lo que necesitan hacer, y separe un tiempo para que se preparen para eso. 5. Crea un llamado para adorar La adoración comienza demasiado abrupta en algunas iglesias, incluso en algunas donde hay un momento de silencio antes de iniciar. «Bienvenidos a nuestra iglesia. Estamos muy contentos de que nos acompañe esta mañana, especialmente si nos está visitando. Por favor abran sus himnarios en la página…» Un claro comienzo del culto de adoración que es conocido como «el llamado de adoración» ayuda a las personas a pasar de la preparación a la adoración real. Va más allá de la bienvenida y del anuncio del primer cántico. En lugar de eso, explícitamente notifica a las personas que la adoración ha iniciado para que así concentren su atención en la persona de Dios, y no solamente la siguiente actividad por realizar («Por favor abran sus himnarios en la página…»). Hay algunos llamados de adoración en los Salmos, por ejemplo el Salmo 95.6–7: «Venid, adoremos y postrémonos; doblemos la rodilla ante el Señor nuestro hacedor. Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado y las ovejas de su mano.» Textos como estos funcionan como llamados de adoración. Pero también pueden servirle como una guía para que usted componga sus propios llamados de adoración. Observe que este texto es tanto un llamado para adorar al Señor como una razón para adorarlo. Estos son los sencillos y esenciales elementos de un llamado para adorar. Este pasaje también muestra cómo la introducción de la adoración puede ser muy breve. Si bien este es bastante resumido, algunas veces un buen llamado de adoración se extiende hasta dos o tres párrafos cortos que empiezan con los eventos del mundo o la temporada y los traslada a un llamado y razones para adorar a Dios. 6. Introduzca sabiamente los nuevos cantos Debido a que las congregaciones ocasionalmente descubren buenos himnos que antes eran desconocidos para ellos y debido a que siempre habrá gente que escriba nuevos cantos, el repertorio de adoración de cada iglesia siempre debe ampliarse. Si bien una iglesia saludable a menudo aprende cánticos nuevos, estos deben introducirse sabiamente. Si hay muchos cánticos nuevos que se introducen rápidamente, la experiencia puede ser algo abrumadora y hasta puede llegar a distraer a la congregación. Incluso un nuevo canto por mes es más de lo que muchas iglesias pueden soportar. Pero el cuándo es tan importante como el cuán a menudo. El culto dominical pocas veces es el momento más apropiado para introducir un nuevo canto. Generalmente, para las personas es más difícil concentrarse en Dios cuando cantan una canción poco conocida que una más familiar. La adoración del culto del domingo en la mañana debería fluir fácilmente, y no pausadamente con la incertidumbre presente. Así que si debe introducir un nuevo canto el domingo en la mañana, pídale a una persona o a un grupo cantar parte o toda la canción para que así la congregación pueda escucharla antes de intentar cantarla. Mejor aún, enséñela por primera vez en otro culto, por ejemplo la noche del domingo o del miércoles o cuando se reúna su grupo pequeño. Conozco una iglesia bastante grande que se reúne en un lugar distinto al templo un domingo por la noche cada tres meses para cantar juntos, y es en ese momento cuando aprenden nuevos cantos. Se toman su tiempo para aprender acerca del trasfondo y la teología de la canción, cómo cantar las notas musicales, y también experimentan una ocasión única de comunidad. Es una hermosa forma de aprender nuevos cantos, y cuando se canta por primera vez el domingo en la mañana la mayoría de las personas no se confunden. 7. No oculte las ceremonias religiosas Una creciente escuela de pensamiento ministerial piensa que la naturaleza del bautismo y la Cena del Señor hace que las personas no creyentes se sientan excluidas y que tales sentimientos provoca que no sean tan receptivos al evangelio. Como resultado, muchas iglesias voluntariamente realizan las ceremonias religiosas solamente en algunas ocasiones (por ejemplo en las reuniones entre semana) cuando no se espera un gran número de no creyentes. Pero las personas no creyentes deberían sentirse excluidas de la familia de Dios, porque esa es la realidad. Tanto Jesús como el apóstol Pablo se referían a ellos como «los de afuera» (vea Marcos 4.11; 1 Corintios 5.12–13; Colosenses 4.5 y Tesalonicenses 4.12). De hecho, a menudo el Señor utiliza estos sentimientos de separación de la vida y familia de Cristo como medios para crear deseos sobre lo que se están perdiendo. Además, ambas ceremonias están diseñadas en parte para presentar el evangelio. Con respecto a la Cena del Señor, por ejemplo, 1 Corintios 11.26 dice: «Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que él venga.» Y la proclamación de la muerte del Señor es exactamente lo que las personas no creyentes necesitan. Muchos nunca están más atentos que como cuando observan a los nuevos creyentes testificar en el día de su bautismo acerca del poder salvador de Jesucristo. No rehúse compartir las bendiciones de las ceremonias del pueblo del Señor en su día, ni tampoco rehúse presentar el evangelio a los no creyentes por medio de estas ceremonias. 8. Comparta la declaración de fe de su congregación En una ocasión, me invitaron a predicar en una iglesia bastante grande en un pueblo cercano a un área metropolitana. Le pregunté al pastor anfitrión cuál era la Declaración de Fe que su iglesia había adoptado. No lo sabía. Había formado parte del equipo por siete años y no sabía que creencias había confesado su iglesia. Además, ni siquiera estaba seguro de cómo poder averiguarlo. Después de las largas jornadas de investigación y de revisar documentos y publicaciones, finalmente encontró un documento que expresaba la declaración de la iglesia. Cuando ni siquiera los miembros permanentes del equipo conocen la declaración doctrinal de la iglesia, entonces ¿cuán importante cree usted que es para su iglesia la doctrina y la integridad de esa confesión? Una manera de evitar que su iglesia olvide su Declaración de Fe es leerla en forma colectiva regularmente. Lean en voz alta un párrafo por semana y si es posible expliquen o ilustren brevemente su significado. Usted tal vez desee revisarla continuamente, o cada vez que terminen de leerla tal vez quiera hacer alguna pregunta (una o dos por semana), o un pacto o alguna declaración de fe como lo hicieron los apóstoles en la antigüedad, antes de regresar a su declaración doctrinal. Al hacerlo no solo mantendrá esos vitales documentos visibles, también llevará a cabo el mandato de Jesús de enseñar a su pueblo todo lo que él nos ha encomendado (Mateo 28.20). 9. Fomente la confesión colectiva de pecados ¿Cuándo fue la última vez que escuchó a alguien dirigir a la iglesia en un momento de oración durante el culto para confesar: «Señor, tanto como iglesia y como individuos hemos pecado contra ti, y por eso nos detenemos ahora para confesarte en silencio nuestros pecados y pedirte que nos perdones»? Los mismos elementos de la oración privada (tales como alabanzas, agradecimientos, peticiones, etc.) deberían estar presentes en las oraciones ofrecidas en nombre de la iglesia. Por eso, así como confesamos nuestros pecados cuando oramos en privado, deberíamos confesar nuestros pecados cuando oramos en forma colectiva. ¿Le parece? Pero ¿ocurre esto regularmente en su iglesia? Aquí no me refiero a que el líder de oración siempre debería intentar nombrar los pecados cometidos por toda la iglesia. Eso debería hacerse solamente cuando la iglesia concuerda en haber cometido algún pecado en particular. Tampoco quiero decir que la confesión de pecados en privado es menos importante que aquella cuando estamos en un culto de adoración. Por el contrario, quiero enfatizar que así como la adoración privada generalmente se caracteriza por la confesión de pecados y la petición de perdón, el mismo espíritu debería marcar nuestro culto de adoración a Dios cuando estamos todos los hermanos reunidos. Las palabras originalmente inspiradas por el pueblo de Dios para usar en la adoración colectiva (es decir los Salmos) nos enseña por ejemplo a orar de esta forma (vea el Salmo 51, como ejemplo). El Padre Nuestro la oración dada por Jesús (en Mateo 6.9–13) es otro ejemplo. En cualquier momento que oremos esto en la iglesia, le decimos al Señor todos juntos «perdona nuestras deudas». Además, en una época cuando la palabra pecado apenas se menciona en el culto de adoración, una expresión pública de humildad ante el Señor como la confesión de pecados y la petición de que nos perdone puede ser una forma de declarar la necesidad de las personas en hacer lo mismo. 10. Utilice las Escrituras como base para sus oraciones rutinarias Un día asistí a un culto de adoración un domingo por la mañana donde se le pidió a «Juan» que orara, algo que había hecho muchas veces en esa iglesia. Conforme hablaba, un niño de cinco años que estaba cerca del frente comenzó a orar con él y repetía las mismas palabras de Juan. Como si fuera un dúo de oración, los dos continuaron como si estuvieran recitando el Padre Nuestro, excepto que usaban «la oración de Juan». Juan repetía la misma oración tan a menudo que un niño de tan solo cinco años era capaz de recitarla. Todos nosotros hemos escuchado —y tal vez ofrecido— oraciones «espontáneas» durante el culto de adoración. Cualquier situación repetitiva de oración tiende a producir una oración repetitiva. Por ejemplo, cuando hacía la oración pastoral en el culto de adoración cada semana, me sentía tentado a repetir las mismas palabras y frases ya que el propósito y las metas de esa oración eran casi siempre idénticas. Y la verdad es que el número y tipo de situaciones de oración (tales como el principio o final del culto, antes de las ofrendas, etc.) del culto rara vez cambian. Así que si se cambia el contenido de estas oraciones rutinarias, podría afectar inmediata y notablemente el culto de adoración. Y no hay mejor forma para cambiar continuamente su contenido que «basarlas en las Escrituras». Seleccione una parte o toda la oración presente en algún pasaje de la Biblia (aquí incluyo los Salmos) para expresar en las oraciones públicas. Por ejemplo, si quiere orar utilizando el Salmo 23, después de leerlo comenzar su oración con: «Señor, te agradecemos por ser nuestro Pastor. Verdaderamente eres el Buen Pastor. Por favor pastorea nuestra iglesia, especialmente en el problema de _________.» Continúe así hasta que llegue al final del capítulo o sintió que ya era tiempo de concluir la oración. Otra opción es orar utilizando varios versículos de una de las epístolas, al igual como los Salmos, utilice el pasaje como el patrón de lo que le ofrece al Señor en nombre de la congregación. Al utilizar este método no solo orará sobre los asuntos que usted siempre menciona en estas situaciones normales, sino también pedirá por ellos en formas tan estimulantes como nunca antes lo había expresado. Además, las Escrituras lo incitarán a orar sobre los asuntos importantes que de otra forma no hubiera mencionado. Ningún otro enfoque genera dicho potencial para cada oración ofrecida en el culto —desde la oración pastoral hasta aquella que es inspirada en el momento por parte de algún miembro— para que esta sea fresca y vivaz y llena del poder de la Palabra de Dios. Usted podría incorporar algunos de estos cambios en su culto de adoración el próximo domingo. Algunos de ellos hay que discutirlos y coordinarlos primero con los otros líderes. Otros requieren de algún tipo de enseñanza y hasta quizá una explicación en el culto del domingo en la mañana antes de ponerlo en práctica. Pero, sin importar el orden en que los incorpore, ¡qué el Señor lo bendiga con su sabiduría y gracia para ir un paso más allá. Él merece la mejor adoración que su iglesia pueda ofrecer. |
La mejor adoración para el Señor, Parte I
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por Donald S. Whitney
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![]() Viajo constantemente debido a mi ministerio de predicación y enseñanza, por esa razón, la mayoría de los domingos del año adoro al Señor en una iglesia diferente. Mis experiencias en las iglesias de toda la nación, así como mis años como profesor de un curso sobre adoración en un seminario, me hicieron reflexionar bastante acerca de la adoración que recibe Dios en las iglesias locales. Una de las observaciones que he hecho es que muchas iglesias podrían mejorar dramáticamente la calidad de sus cultos de adoración si hicieran algunos cambios relativamente simples. Después de un cuarto de siglo en el ministerio pastoral y en la dirección de cultos de adoración, descubro la razón por la cual los cambios «sencillos» algunas veces son difíciles de llevar a cabo. Sin embargo, si usted, como líder, percibe la necesidad de «refrescar» la adoración, debería considerar estas recomendaciones porque: a. Cada una de ellas están basadas directa o indirectamente en la Biblia. b. Son lo suficientemente específicas como para ponerlas en práctica. c. Pueden ser adaptadas en cualquier iglesia, sin importar su tamaño, ubicación, cultura, o estilo de adoración. 1. Concéntrese en Dios en cada uno de los elementos del culto de adoración El culto es, por definición, la adoración a Dios. Así que ¿por qué usted incluiría un elemento en su culto de adoración cuyo enfoque no fuera Dios? Examine el orden de su culto y pregúntese en cada parte: «¿Esto se enfoca en Dios?» Si no es así, elimine ese elemento o llévelo a cabo al principio o final del culto. Si bien elementos como los anuncios, las bienvenidas a los visitantes y el saludo entre los hermanos se han ganado su justo lugar, deberían realizarse de tal forma que no hagan que las personas dejen de enfocarse en el Señor. Prográmelos antes o después de haber tenido un tiempo donde Dios es el enfoque exclusivo. 2. Tenga una base bíblica clara para cada elemento del culto de adoración Revise una vez más el orden del culto y en cada elemento pregúntese: «¿Existe una base bíblica para realizar esto durante el tiempo de adoración?» (Un elemento de adoración es una actividad de adoración como cantar, predicar, orar, etcétera. Esto difiere de una circunstancia de adoración, tales como la hora en que empieza el culto, su duración, el color de la alfombra, si tienen o no aire acondicionado o micrófonos, etcétera. La Biblia no dice nada al respecto de estos asuntos, pero sí aborda las actividades de adoración.) No haga afirmaciones como «La Biblia nos dice que alcancemos a las personas, y creo que este aspecto de nuestro culto nos ayuda a realizar eso». Usted requiere un fundamento bíblico más fuerte que ese. Dios sabe mejor que nosotros cómo quiere ser adorado, y no debemos por qué adivinar lo que él desea que hagamos. Llegue hasta la presencia del Señor con la seguridad de que existe un mandato, ejemplo o una clara inferencia bíblica que apoye cualquier actividad de adoración que usted realice en el culto. Deje de llevar a cabo cualquier parte de su adoración pública que no tenga un sólido fundamento bíblico. Si las iglesias practicaran tan solo estos dos principios, la adoración tendría una gran reforma. 3. Ofrezca «a Dios un servicio aceptable [es decir adoración] con temor y reverencia» (Hebreos 12.28) La Biblia no solo nos dice el «porqué» de la adoración, sino también el «cómo». La adoración que es aceptable para Dios involucra más que solo hacer las cosas correctas. También significa ofrecerlas «en la fe» (Hebreos 11.4), «en espíritu» (Juan 4.24), y «en reverencia y temor». Y si bien no se puede obligar a una persona a tener estas actitudes, el líder de adoración sí puede ayudar a desarrollar una atmósfera de «reverencia y temor». Cultive una seria búsqueda de Dios; elimine cualquier impertinencia o superficialidad en el culto de adoración. Sonría, incluso ría cuando pareciera que Jesús hubiera hecho lo mismo. El gozo espiritual al experimentar al Señor es bueno y testifica sobre nuestro deseo de conocer de Dios, pero no permita que se confunda el gozo genuino con la frivolidad de un chiste, una rivalidad deportiva dentro de la iglesia, o el diseño de la corbata de algún hermano. Una de las mejores formas de nutrir la «reverencia y el temor» entre los adoradores es simplemente asegurarse de que cada elemento del culto enfoque su atención en Dios (vea la recomendación número uno). 4. Predique expositivamente Muchos creyentes de la Biblia piensan que predican la Biblia cuando no lo hacen. Hay una diferencia entre la predicación que es consistente con la Biblia y la predicación que evidentemente proviene del texto. Por ejemplo, una persona dice que el Salmo 23 será su texto, pero luego predica sobre la importancia del bautismo y lo malo que es el aborto. Puede que esta persona proclame una verdad que es consistente con la Biblia, pero no está predicando el mensaje del Salmo 23. Si bien algunos podrían diferir sobre los detalles de las definiciones de la predicación expositiva, Mark Dever lo hace en forma simple, memorable y consistente con las demás definiciones: «La predicación expositiva es aquella predicación que toma como punto para el sermón el punto de un pasaje en particular de la Escritura» (Mark Dever, Una iglesia saludable, Publicaciones Faro de Gracia). Los predicadores, sin importar que su pasaje sea un solo texto, un párrafo, o un capítulo entero de la Biblia, predican de tal forma que sus palabras son obviamente expositivas, ilustrativas, y se aplican al punto de ese pasaje. 5. Ocúpese «en la lectura de las Escrituras» (1 Timoteo 4.13) Me asombra cómo muchas personas que pelean (y justamente) por la infalibilidad de la Biblia no la leen en público, excepto quizá el breve texto que utilizan para su sermón. He observado que irónicamente en las iglesias más conservadoras es donde a menudo se ignora el mandato de ocuparse «en la lectura de las Escrituras», a pesar de sus repetidas afirmaciones de fe en la Palabra de Dios y de su deseo de obedecerla. Asimismo, es común que las iglesias más liberales, debido a su uso tradicional de la lectura bíblica, tengan cuatro lecturas (una del Antiguo Testamento, otra de los Salmos, otra de los Evangelios, y otra de las Epístolas) en cada culto dominical. Si bien el pastor después de eso podría levantarse para predicar y de hecho negar lo que acaban de leer, se habla más de la Palabra de Dios que en muchas iglesias que se enorgullecen de su postura con respecto a las Escrituras. Una de las formas más fáciles de inculcar la lectura de las Escrituras es leyendo consecutivamente los libros de la Biblia. Escoja un libro y lea un capítulo cada semana. Si un capítulo es particularmente extenso, lea la mitad esa semana y la otra la siguiente. Si no obedecemos este mandato bíblico de la lectura de las Escrituras como una actividad de adoración, entonces ¿cuántas personas de su congregación nunca encontrarán el mensaje de la Palabra de Dios en, digamos, Malaquías, a menos que usted lo lea? Por cierto, también aprenda a leer las Escrituras expresivamente. Practique. Haga pausas. Cuando escuche a las personas de la radio que leen natural pero convincentemente, identifique y aprenda los detalles que hacen que sea fácil escucharlos. Lea la Biblia de tal forma que refleje «reverencia y temor» por el Señor y su Palabra. Cuando se leen bien las palabras, estas llaman la atención. Cuando se hace en forma pobre y flojamente, no. 6. ¡Ore! Hace poco, estuve en un culto que duró una hora y quince minutos y en el cual hubo solo dos minutos de oración. Un amigo me contó que asistió a una iglesia evangélica bastante conocida en donde hubo dos palabras de oración que duraron menos de treinta segundos. La adoración sin oración es una contradicción, pero es muy común en la iglesia evangélica contemporánea. Si bien es cierto que los no creyentes presentes en el culto considerarán que la oración es aburrida, ¿por qué deberíamos dejar que los muertos espiritualmente dicten la vida de oración del cuerpo de Cristo? ¿Puede imaginarse a los apóstoles y a la iglesia primitiva adorando sin orar? Si la oración no es adoración, entonces ¿qué es? Mientras piensa en reconstruir la vida de oración pública de su iglesia, tenga presente que la experiencia de adoración de cada persona probablemente podría mejorar con una breve sesión de capacitación sobre cómo orar públicamente. 7. Haga una buena transición entre los elementos de la adoración Esta es una aplicación de las palabras inspiradas del apóstol Pablo: «Pero que todo se haga decentemente y con orden» (1 Corintios 14.40), el cual es un mandato en un pasaje que habla sobre la adoración. Sin una decente y ordenada transición, muchos elementos de adoración a menudo quedan sin ninguna conexión en el culto. Cantamos un himno y luego nos dicen: «Y ahora vayamos a la página 227». Si hubiera una buena transición entre aquellos dos himnos explicando el porqué cantamos el himno de la página 227, sería de gran ayuda para adorar mejor a Dios mientras cantamos. A la hora de hacer transiciones, recuerde que entre más breve mejor. Cuando las planee, piense en una oración o un párrafo máximo. Y sobre todo piense en el «propósito y flujo». En otras palabras, en la forma más concisa posible, ayude a que la adoración fluya de un elemento al otro, esto lo puede hacer al dar una razón para el siguiente elemento. Por ejemplo, después de haber cantado Sublime Gracia, usted podría hacer una transición al decir: «Sigamos adorando a nuestro misericordioso Dios ahora cantando el número 165, Gracia Admirable.» En esa única oración le ha dicho a la congregación lo que hay que hacer después (prepárense para cantar el himno número 165) y la razón por la cual lo cantamos (hemos escogido este himno porque queremos seguir adorando a Dios por su gracia) y, en cierta forma, ha ayudado que los pensamientos de las personas fluyan de un elemento al otro sin perder el enfoque en Dios. No todos los elementos necesitan una transición (el sermón, por ejemplo) ni tampoco todas las transiciones necesitan hacer referencia a la actividad anterior. Después de cantar un himno, sería apropiado decir: «Tomen su Biblia y vayamos a Mateo 10. La Biblia nos dice que nos ocupemos "en la lectura de las Escrituras" y por eso leemos la Palabra de Dios públicamente en el día del Señor. Nuestra siguiente lectura se encuentra en el libro de Mateo capítulo diez. Por favor escuche mientras comienzo leyendo en el versículo uno.» De esta forma, las buenas transiciones también pueden recordarnos que hay razones para hacer lo que hacemos en la adoración. Usted sí desea mejorar los cultos de adoración en su iglesia, ¿verdad? Entonces considere las siguientes recomendaciones: 8. Haga todo lo que pueda en forma colectiva Nuestra cultura saturada de entretenimiento se ha infiltrado en la iglesia. En muchas de ellas, la adoración colectiva de Dios ha sido degradada a un desfile de presentaciones individuales religiosas. He asistido a cultos donde la congregación canta tan solo dos veces mientras que escuchan a media docena de presentaciones musicales. No permita que los solos, grupos pequeños, y/o coros caractericen la adoración de su iglesia en lugar de que todos levanten su voz en adoración a Dios. La adoración bíblica involucra a toda la congregación, impulsada por los líderes de adoración, y la cual se enfoca y responde a Dios. Cada creyente presente debería involucrarse en la adoración, no observarla. Así que todos canten alabanzas a Dios, lean las Escrituras juntos algunas veces (si pueden en forma intercalada), y oren juntos (oren el Padre Nuestro, en grupos pequeños, o coloque micrófonos en distintos lugares para todos aquellos que desean orar en forma pública). Nunca permita que la adoración se convierta en una experiencia ajena donde la mayoría de la congregación solamente observa a unos cuantos en el altar que, en el mejor de los casos están adorando, y en el peor están haciendo tan solo una presentación artística. 9. Haga que la congregación tenga acompañamiento musical, y no a la inversa En algunas iglesias que he visitado la música es tan ruidosa que no puedo ni siquiera escucharme cantar, y mucho menos escuchar a la congregación. Algunos salmos proveen evidencia bíblica de que en ocasiones es apropiado que la música de adoración sea fuerte. Pero recordemos nuestras prioridades: los músicos están ahí para acompañar a la congregación y no lo contrario. Además, los tambores son especialmente problemáticos en este tema. Si los tiene, no permita que dominen la música. 10. Todas las semanas, evalúe, junto a otros líderes, el culto de adoración. En al menos dos ocasiones he participado en la reunión semanal de la evaluación de la adoración del equipo y líderes laicos (a menudo con sus cónyuges) de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, D.C. En una reunión casual todos los domingos por la noche, se le pide a cada persona que comente brevemente cada uno de los elementos de los cultos de adoración de ese día. El resultado es una constante vigilancia y cuidado de la calidad de su experiencia de adoración. La evaluación también fomenta una constante reflexión e intencionalidad de todo lo expresado en los cultos. Como resultado secundario, algunos de los futuros líderes de adoración (es decir, los aprendices) obtienen un entrenamiento sin paralelo en la teología y práctica de la adoración. Personalice la idea conforme a su propia situación. Tal vez la noche del domingo no es una buena opción para ustedes, pero si se espera demasiado la memoria no estará tan fresca. Quizá en lugar del equipo y aprendices usted necesite escoger a ciertos líderes laicos de confianza, o incluso a un grupo temporal para cada reunión. Asegúrese de involucrar la mayor cantidad de líderes de adoración lo más a menudo posible ya que todos necesitan reforzar o re-direccionar algo ya sea ahora o después. Algunas veces escuchar a más de una persona hacer la misma afirmación o algún comentario familiar hace que el líder tenga una impresión más profunda. Claro que se sorprenderá y desilusionará debido a algunos comentarios de esa noche, pero con el tiempo verá mejoras en su culto de adoración que difícilmente hubiera pensado si no hubiera sido por esta actividad. Si algo vale la pena hacer bien, es la adoración de nuestro glorioso Dios. Si algo en la vida de la iglesia vale la pena el costo de la reformación, es la adoración de nuestro Dios santo. No deberíamos esperar a ver cambios en la adoración sin que haya oración y la obra del Espíritu Santo, pero tampoco deberíamos esperar a ver nuestra adoración mejorada sin que antes no haya una iniciativa. |
Música y adoración
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por Ricardo C. Leonard
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![]() La música inafecta poderosamente la experiencia humana. Personas que estudian el fenómeno religioso han reconocido desde hace mucho que la música trasciende nuestro entendimiento y apela a nuestra naturaleza intuitiva. Entonces no es de sorprenderse que la música jugara un papel importante en la adoración de las comunidades bíblicas, como una forma de abordar el misterio de Dios y expresar el gozo de su presencia. Este artículo discute el papel de la música en la adoración de Israel y de la iglesia primitiva para así establecer un fundamento bíblico para la música en la adoración cristiana de hoy en día. La música en la adoración israelita David, músico y guerrero, estableció el lugar de la música en la adoración del Señor. Incluso antes de que los sacrificios se realizaran en Jerusalén, David instruyó a los músicos levitas a que celebraran el viaje del arca a Sión (1 Cr 15.16–24), y escogió a Asaf como músico principal a cargo del agradecimiento y alabanza continua (1 Cr 16.1–7). La descripción de esta actividad (1 Cr 25.1–7) sugiere que estos músicos dirigieron el flujo espontáneo e irresistible de la adoración, especialmente en momentos trascendentales como la dedicación del templo de Salomón (2 Cr 5.11–14). Este podría ser el «cántico nuevo» al que los Salmos se refieren (33.3, 40.3, 96.1, 144.9, 149.1). Muchos salmos quizá se originaron en esta adoración davídica que se centraba alrededor del arca del pacto ya que aún no existía el templo. En el templo, la música funcionaba como un «sacrificio de alabanza», una ofrenda de cantos que acompañaba la ofrenda de sacrificio. Bajo la supervisión judía, la música se empezó a regular y a estandarizar. Los títulos de cincuenta y cinco salmos se refieren al músico principal, con instrucciones para tocar varios instrumentos o utilizar ciertos notas. Este uso de salmos se mantuvo como una característica de la adoración israelita y judía. Después del exilio, Esdras reclutó a más de doscientos levitas para servir en el santuario (Esdras 8.18–20). Fuentes judías del primer siglo indican que el coro del templo de Herodes gozaba al menos de doce voces masculinas adultas, y no había límite en el cupo de cantores. Los cantores servían entre las edades de los treinta y cincuenta años, después de haber recibido un periodo de entrenamiento de cinco años. Las fuentes también describen los instrumentos que se utilizan en ese tiempo. Después del exilio babilónico, la mayoría de los judíos vivieron en la dispersión (áreas en las afueras de Palestina) y no podían participar de la adoración en el templo. Por eso la sinagoga surgió como un lugar para orar y estudiar las Escrituras. Los Salmos se continuaron cantando, así como otras porciones de las Escrituras y oraciones según un sistema de desarrollo de «modos». Dicha música judía influenció la adoración de la iglesia primitiva. La música de adoración israelita eran tanto vocal como instrumental; la orquestra del santuario contribuía a la celebración del pacto de Israel con el Señor. Sus instrumentos formaban parte de las mismas clases generales que todos nosotros conocemos: percusión, vientos (flautas) y cuerdas. Se usaron cuernos, trompetas, címbalos, harpas y liras cuando se trajo el arca del Monte Sión, y su uso continuo se refleja en su mención en los Salmos. No se interpretaban solos en el santuario sino que todos los instrumentos sonaban simultáneamente para llamar a la congregación a adorar (Salmo 98.6). Las cuerdas y las flautas, si se usaban, probablemente interpretaban las modalidades (los elementos de tono) del salmo que se cantaba, con quizá patrones distintivos de arreglos. Los cuernos, las trompetas y los címbalos se agregaban al gozo festivo al crear un sonido más fuerte. El selah de los Salmos podría ser un interludio instrumental, o una nota que se elevaba que interpretaban los cantores e instrumentistas. Las mujeres generalmente tocaban los tamborines y estos se mencionan cuando hay danza involucrada en los festivales israelitas (Salmo 68.25), pero no se usaban en el santuario donde solamente los hombres servían como sacerdotes y músicos. ¿Cómo sonaba la música de adoración que interpretaban los israelitas? Si bien hoy en día no podemos saber con certeza cómo sonaba, investigaciones recientes han confirmado la similitud entre la música hebrea y las formas antiguas de los cantos cristianos. La música bíblica incorporaba varios rasgos característicos:
La música de adoración en el Nuevo Testamento La adoración del emergente movimiento cristiano no produjo nuevas formas de música, sino que presentaba las mismas características descritas anteriormente, muchas de las cuales todavía encontramos en la música de las liturgias históricas. Claramente, la vida de adoración de la iglesia primitiva incluía salmos y otras formas de cantos. El Nuevo Testamento menciona la música de adoración en varios pasajes. La historia del evangelio comienza con un himno de alabanza en los labios de huestes celestiales, «Gloria a Dios en las alturas» (Lucas 2.14). Cuando Jesús leyó a Isaías en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4.16–20), probablemente lo recitó según la costumbre de ese tiempo. Los Evangelios registran que Jesús y sus discípulos cantaron un himno después de la última cena (Mateo 26.30; Marcos 14.26), probablemente el «Gran Hallel» (Salmos 113–118) de la tradición de la Pascua. Lucas registra que Pablo y Silas cantaban himnos en la prisión en Filipo cuando de repente empezó un terremoto (Hechos 16.25). Pablo exhorta a los cristianos de Éfeso y Colosas a dar gracias a Dios con «salmos e himnos y cánticos espirituales» (Efesios 5.19; Colosenses 3.16). Al describir la congregación de la iglesia de Corinto, Pablo recalca que «cada cual aporte un salmo» (1 Co 14.26) el cual debe armonizar con las contribuciones que los demás adoradores han expresado en el culto. Quizá estos «salmos» eran los salmos bíblicos, mientras que los «himnos» quizá eran música cristiana en honor a Cristo y los «cantos espirituales» expresiones de adoración más espontáneas. Lucas cita varios himnos en los primeros capítulos de su Evangelio. Además de Gloria en las alturas, mencionado anteriormente, Lucas incluye el Magnificant o Canto de María (1.46–55), el Benedictus o Canto de Zacarías (1.67–79) y el Nunc Dimittis o Canto de Simeón (2.29–32). Aunque estas figuras pronunciaron estas palabras en el nacimiento de Jesús, estos himnos se empezaron a usar en la adoración cristiana en un periodo temprano. Pablo cita lo que quizá es otro canto, «Despierta, tú que duermes» en Efesios 5.14. Algunos eruditos han sugerido que otros pasajes en las epístolas paulinas son la base para algunos himnos cristianos primitivos en honor a Cristo, como por ejemplo Filipenses 2.6–11, Colosenses 1.15–20 y 1 Timoteo 3.16. Dichos himnos quizá se compusieron para reforzar la enseñanza cristiana acerca de la naturaleza de la dignidad mesiánica de Jesús. El himno Hosanna que las multitudes entonaron en la entrada triunfal de Jerusalén (Marcos 11.9; basado en Salmo 118.29) se convirtió en parte de la celebración de la eucaristía cristiana histórica. La expresión musical de la adoración cristiana alcanza su clímax nuevo-testamentario en los himnos del Apocalipsis de Juan. En la visión de Juan, alabanzas ante el trono de Dios acompañan el desenvolvimiento dramático de los eventos en la tierra. Estos himnos glorifican al Creador (4.11), proclaman el valor del Cordero (5.9–10; 5.12), exaltan tanto al Padre como al Hijo (5.13; 7.10; 7.12), celebran el triunfo de Dios sobre los enemigos de su pueblo (11.6; 11.17–18; 12.10–12; 19.1–3; 19.6–8), y proclaman su justicia (15.3–4; 16.5–7). Otros cantos adicionales celebran la derrota de la ciudad infiel, perseguidor de los santos (capítulo 18). Los cuatros seres vivientes que aparecen en la visión de Ezequiel inician esta exhibición de alabanza al cantar palabras derivadas de la visión de Isaías en el templo (Apocalipsis 4.8). Se expande e incluye a los ancianos del pueblo del pacto, las huestes celestiales, y con el tiempo a todas las criaturas. Quizá estos himnos reflejan la práctica real de adoración de la iglesia que estaba cerca del final del primer siglo. Si así es, Apocalipsis ofrece una ventana no solo a los juicios de Dios en la tierra sino también al desarrollo de la liturgia y el uso de himnos cristianos. El Nuevo Testamento no suple suficientes detalles para reconstruir el contenido musical exacto del desarrollo de la adoración cristiana. Deberíamos evitar la tentación de proteger las prácticas de los siglos más modernos y regresar a los de los tiempos bíblicos. Una de las preguntas es a qué grado las prácticas musicales israelitas, entre ellas el uso de instrumentos, ofrecen una pista sobre lo que se creía que era apropiado en la iglesia del Nuevo Testamento. Dado que las escrituras hebreas en ese periodo todavía eran la autoridad para enseñar y practicar (1 Timoteo 3.16–17), sus amplios principios con respecto a la música seguramente se mantuvieron como la norma. La joven iglesia era una comunidad perseguida, y no podía aplicar todos los recursos de la celebración bíblica a sus reuniones de adoración. No obstante, la evidencia muestra que la música jugó un papel vital en la adoración de la emergente comunidad cristiana. |